Capítulo 19

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—¿Por qué malditamente eres perfecta? —ebrio toca el cuerpo de Livia —¿Sabes cuanto te he deseado? —entra en su cuello a besarla desesperado

—Y sí que lo sé —le accedía abriéndose más —Sabía las noches en el que pensabas en mí —pone sus brazos en el cuello mirándolo con picardía.

—Cariño, no sabes las ganas que te tengo... —baja sus manos para empezar a tirarle de su camisa —-Eres una maldita calienta huevos —-de un tirón le quitó la camisa, comienza a besarla por su clavícula, por cada una de sus pecas rojizas.

—Sebastián, estaba totalmente borracho —comienza a quitarle su camisa para ella entrar en su pecho fuerte —Estás totalmente caliente.

—Oh, y claro que lo estoy —comienza a besarla desprevenidamente, succionando sus labios.

—Es... en serio —se aparta de él de golpe preocupándose, toma su mano y la pone en su frente —Gonorrea, estás ardiendo Sebas.

—No es nada, no siento nada —-se toca el mismo sin darle importancia —-Sigamos con lo que estábamos —vuelve a Livia para besarla y ella lo recibe.

El tipo alto y fuerte la carga para ella envolverse en él, siguen en su momento de calor sin importarle nada, la pega contra la pared para chuparle sus pezones rosados, tan desesperado que la toma de los brazos para ponerlos arriba apretando la muñeca, la mira con fuego en sus ojos deseando ver aquellas expresiones que a nadie más se las había mostrado.

Ella deseaba cada vez más, se retorcía por el placer que sentía y quería sentirlo dentro de ella, al zafarse de su agarre busca su boca para saborear su deseo, se buscan mutuamente como si el mundo se fuera acabar.

Él se voltea y se tiran a la cama, Sebastián mete su mano grande debajo de su sostén para agarrarle los senos apretándosela, Livia deja escapar un gemido provocando más, le quita el brasier besándola metiendo su lengua en ella hasta el fondo.

—¿Hoy... estás muy abierta, ¿eh? —se sienta dejando mostrar las prendas íntimas de Livia —Te ves tan inocente, pero eres una maldita puta —él la mira desde arriba viendo su rostro delicado rojizo.

Sin ella decir nada, él se acuesta en ella volviendo a tomar sus pechos besándola en su cuello, ella le demostraba que no era silenciosa, al contrario, hacía ruido en cada rincón del cuarto, al verla a ella tan delicada, agarro sus tetas para chuparlos y con la otra le apretaba haciéndola gemir queriendo más.

—Livia —baja su mano hasta el lugar secreto de toda mujer —En este lugar... —mete su mano en sus bragas acariciando su clítoris suavemente —Te haré sentir como jamás te habías sentido —presiona, hundiendo sus dedos en su vagina, sintiéndola toda mojada —¿Por qué estás tan mojada? —le pregunta sorprendido —Supongo que ya no hay necesidad de ir lento.

—¿Lento? Maldito loco. —él baja las bragas, dejándola totalmente desnuda a su vista.

—Te haré mía preciosa —acerca su cara a su vagina con su mirada perdida —Quiero escucharte —pedía comenzando a chupar su vagina.

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