CAPÍTULO 11

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—Largo

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—Largo... —digo con dificultad en mi voz —Fu...era...- vuelvo y repito tranquila, los demás quedan congelados ante mi orden.

— No lo voy a volver a repetir y esta es la tercera vez, LARGO. —mi llamado de atención es más fuerte, hacen que lo capten y van saliendo por la puerta en silencio, antes de que Damián saliera, lo llamo.

—Espera - digo y capta mi atención -—Quédate... —pido rogándole mirándolo a los ojos fijamente.

No responde, solo se voltea en silencio cerrando la puerta, se gira y se sienta en unos de los sillones de la habitación, en cambio yo recostada en la camilla, alzo mis manos hasta mi campo visual y las observo detenidamente, las volteo varias veces y las noto pálidas.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Damián observando detenidamente desde el sofá.

—Una mierda ¿Cuantos... cuántos días llevo aquí? —pregunto sin emoción, mirándome mis manos pálidas, con cortadas de la caídas y las vendas nuevas.

—Tres... tres días —habla apoyando su mejilla con su mano sin ápice de interés, alzo la cabeza mirando hacia su dirección.

Me lo quedo mirando unos minutos, analizando su expresión de cansancio, sus ojos hinchados, sus ojeras oscuras, hace que me dé cuenta de que no ha dormido y ha....estado aquí...

—Deberías... irte...a descansar, no vale la pena estar aquí —regreso la mirada en mis manos, sintiendo un cosquilleo por mi cabeza en el lado izquierdo, haciendo que me den ganas de llorar.

—Levántate, tienes que bañarte —dijo esquivando a lo que había dicho. Se levantó del sofá acercándose hacia mí tendiéndome la mano.

Miro detenidamente su mano, mirando sus largas manos, levanto la cabeza para observarlo, su mirada es paciente, en cambio yo le tiento los dos brazos como si fuera abrazarlo. Con los brazos tendidos lo miro con el rostro cansada.

—Por favor... —pido amable aun con los brazos tendidos, Damián me queda mirando con ganas de que me de nervios, pero estoy muy cansada como para tener ese tipo de sentimientos. —Juro que te lo recompensaré.

No dijo nada, solo optó por poner mis mano en sus hombros ayudándome retirar las sabanas de la camilla, me inclino suavemente ayudándome de sus hombros, me reposo un rato sentada respirando, miro mis piernas, trato de moverlas un poco pero el nervio de ellas están débiles, alzo la cabeza mirando hacia el techo aguantando las lágrimas, regreso a la mirada de Damián asintiendo con la cabeza, queriéndole decir que estoy preparada.

Damián no se inmuta por hacer un gesto, pero sus acciones me demuestran lo contrario. Me deslizo de la camilla con calma tocando los pies con el suelo, al tenerlos ya firmes, me suelto de los hombros de Damián. De pié, trato de tener equilibrio, respirando varias veces y prepararme para caminar.

Aun parada, deslizo un poco mi pie estirándola un poco apoyándola en el piso, me tambalee un poco pero recuperé el equilibrio, al dar mi primer paso sentí una punzada de mi pierna izquierda haciendo que me la agarré fuerte con los brazos quejándome del dolor, por el fuerte movimiento perdí el equilibrio haciéndome caer, pero antes Damián me aferro contra su cuerpo evitando que me cayera.

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