11. We are already cursed

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11. Ya estamos malditos

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Ser amante del Príncipe Aemond era una cosa, que afortunadamente formaba parte del pasado de Alys Rivers, pero tenerle ganas a la Princesa Maegelle ━━━algo que la pelinegra todavía sentía━━━ era definitivamente un pecado que más de un Targaryen castigaría.

No era precisamente lo que Alys esperaba cuando se convirtió en concubina del tuerto, aunque nunca esperó nada más que dinero y capaz una posición privilegiada, ya bastante tenía con escuchar al imbécil gimiendo nombres al azar:
«Maggie, Elle, Mae» eran al menos los más constantes que Aemond repetía durante sus encuentros, Alys lo dejó pasar, no era importante y tampoco era asunto suyo..., si tan sólo nunca hubiera cruzado camino con la chica a la que le pertenecían esos apodos: Maegelle Targaryen.

Cuando Alys y Maegelle se conocieron, la pelinegra esperaba algo como un reclamo, algo típico de una mujer celosa y posesiva peleando a un hombre.
En lugar de eso la Targaryen le preguntó por su estado, por cómo la trataba Aemond, entre otras cosas, la bastarda dejó en claro que ese era su trabajo, pero no era más que eso y aclaró que no sostenía romance con el príncipe en realidad.

Ante sus palabras, Maegelle sólo asintió y le dijo que si llegaba a sentirse incómoda podía decirle a ella personalmente, no le gustaba que las mujeres fueran tratadas de forma tan inhumana por bestias que lucían como hombres.

Fue sorprendente e inesperado para la llamada hechicera de Harrenhal ver a una Princesa de la casa Targaryen mostrar preocupación por alguien que no era más que la amante de su hermano en ese momento.
Pero más repentino fue que Maegelle le ofreciera su amistad a ella, ¡a ella!

Y de acostarse con Aemond por las noches (no todas ya que él incluso prefería dedicarle más tiempo a su hermano afirmando que Osferth era mil veces más importante que follar con ella), Alys pasaba los días al lado de Maegelle; siempre misma hora de la mañana, con cualquier conversación, recibiendo atención de la princesa y un trato con mucha delicadeza.

«━━━ No soy de las princesas que pasan horas arreglándose ━━━explicaba Maegelle caminando━━━, me gusta sentir el viento en mi rostro cuando tengo la oportunidad de salir a cabalgar o cuando subo a un dragón, y arreglarme el cabello no es muy lógico si se terminará arruinando de todas formas»

«¡Ya basta, Alys!» se regañó ella misma.

No podía seguir pensando en la Princesa y mucho menos debía si tenía al Principe Aemond encima de ella como en ese instante, pero su cabeza seguía impregnada de su recuerdo y cuando gimió fue suficiente para que Aemond se apartara de ella, decidiera mandarla al demonio y dar por terminado todo.
Era obvio que se iba a enfadar, sólo el tuerto podía gemir el nombre de su hermana pero ¿con que derecho Alys podía hacer eso mismo?

BLUE SCALES【HOTD】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora