Das Vergnügen der Unterwerfung

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Me quitaron la capucha y vi frente a mis ojos a una mujer vestida con aquel asqueroso uniforme de las SS, la cual me veía desde arriba, manteniendo una mirada altiva y orgullosa.

- Así que es esta perra... —decía ella a sus subordinadas-. Se ve como una candidata perfecta a ser exterminada

El sudor corría por mi frente....

- ¿Pueden repetirme los delitos de los que se le acusa a esta escoria? —preguntó la nazi a las mujeres que me trajeron

- Sí, Fraülein Leyna. El nombre de la detenida es Richelle, tiene veinte años, es una ferviente opositora del régimen, reparte folletos en las calles, se la vincula con círculos prohibidos y se opone a la guerra

Vi a la mujer sonreír de una manera bastante sádica.

- Ya veo.... Gracias por traerme a esta perra asquerosa. Me aseguraré de darle un poco de educación.... Pueden retirarse

Y así lo hicieron las oficiales, dejándome sola con esta tipa.

Mi corazón, como era obvio, latía rápidamente, dando la impresión de que se "rompería" hasta causarme un infarto (lamentablemente yo no disponía de esa suerte).

No obstante, mi temor se acrecentaba al ver cómo Leyna se dirigía a su escritorio y buscaba algo en los cajones.

¿Será acaso que quiere matarme de un disparo? No, no lo creo posible. He oído rumores de que estos salvajes disfrutan del sufrimiento ajeno antes que una rápida ejecución. ¡Qué Dios me salve!

La oficial terminó su búsqueda y sacó una fusta hecha de cuero. Caminó hacia mí.

No me quedaba más de otra que verla como yo estaba, arrodillada y humillada.

- Apuesto a que sabes muy bien cuán maravilloso es nuestro Reich. ¿No? Nuestra amada Alemania se ha levantado nuevamente con mucho esfuerzo y... que aparezca gente inconforme como tú, que quieran destruir esta hermosa nación... es algo sencillamente intolerable...

Tras decir eso llevó su fusta a mi barbilla, poniéndose a recorrer posteriormente mi mejilla.

- Pero te seré honesta... —continuaba Leyna-, decidí estar a solas contigo porque, a pesar de lo repugnante que eres, me pareces alguien que... puede darme la compañía que quiero

- ¿Qué? —pregunté perpleja- Creí que usted iba a castigarme

- ¿Y quién dijo que cambié de opinión?

Volvió a mostrar aquella sádica sonrisa. Inmediatamente tras hacerlo, me pegó con su fusta en la mejilla.

El dolor que me causó el golpe y la impresión fueron suficientes para que dejara escapar un leve chillido.

- ¡Qué maravilloso! —exclamó con total vigor- Realmente necesitaba hacer esto...

Y dicho esto me pegó de nuevo con la fusta..., lo hizo repetidas veces, denotando el placer que le causaba hacerme esto.

Leyna me pegaba fanáticamente en ambas mejillas, mientras me profería diversos insultos.

Después de cierto tiempo en esta tortura mi cuerpo llegó al punto de no poder soportar más la pose en la que estaba, provocando mi posterior caída.

Respiraba agotada mientras sentía la frialdad del suelo. Frente a mis ojos se hallaba la vista de las botas negras y relucientes de la oficial.

- ¿Quién dijo que podías descansar, escoria inmunda?

Y, sin previo aviso, me pateó en la barriga.... Mis ojos se abrieron al instante debido al fuerte dolor.

- ¡Una perra como tú merece arrodillarse y seguir órdenes! —Leyna continuaba pateándome en el estómago, sin mostrar piedad alguna- ¡En ningún momento te ordené acostarte!

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⏰ Última actualización: Jul 19 ⏰

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