Ella tomó mis manos y me acostó en la mesa, sujetándome las mismas con tal de impedir resistencia por mi parte.
La mirada de aquella mujer fue lo único que me interesó en ese momento..., su forma de observarme causaba escalofríos, pero no por ello significaba que perdía su toque sensual.
- ¿Usted se arrepintió de haber hecho eso? –preguntaba con una cordialidad dudosa- Por lo que veo, es un poco necia, Señorita
No respondí. Bai continuó provocándome.
- Nunca creí que tendría que lidiar con una empleada como usted. Sabe, cualquier otra jefa le hubiera echado a la calle, pero... usted tiene suerte, usted tiene mucha suerte de que no soy una jefa tradicional...
Se pasó la lengua por sus labios rojizos. Cuando la miraba hacer eso me era imposible no verme tentada por su misma boca, ya que era su forma de comunicarme de que tenía algo preparado para mí.
A continuación, se acercó hacía mi cuello.
- Como reprimenda por lo que hizo, me veo obligada a castigarla...
Justo al instante de decir esas palabras, llevó su boca hacía mi cuello y empezó a morderme con la intención de dejarme marcas.
Con dificultad resistí eso. Soltaba súplicas con tal de que se detuviese, siendo en vano. Mi vagina empezaba a humedecerse, así como mi temperatura corporal crecía. Había algo placentero en esas marcas que me dejaba, pero también estaba mi deber de no emitir sonidos demasiados fuertes.
Soltó mi cuello y subió hacía mi oreja. Al llegar a la misma empezó a morderme de tal manera que parecía que quería arrancármela de un jalón.
No obstante, ella no se detendría ahí, puesto que, sin asomos de cesar su lujuria, descendió una de sus manos hacía mis piernas, tanteándolas de forma lánguida y concisa hasta llegar hacía el borde de mi falda.
Llegada ahí, se detuvo. Miró mi falda.
- ¿Qué planea hacer ahora, Jefa?
- Comprobar si mi querida Yang está disfrutando esto...
Subió mi falda lentamente y observó mis humedecidas bragas.
- Vaya –suspiraba Bai-, tiene usted un desastre aquí abajo. ¿Estaba excitada por ver cómo su jefa la castigaba?
Previo a que yo respondiera algo, bajó mis bragas de un tirón e introdujo sus delicados dedos dentro de mí.
- Entonces esto prueba que cometió la falta de hace una hora apropósito. Es usted una empleada muy sucia
A medida que la velocidad con la que me metía los dedos incrementaba, tapé mi boca, previniendo que fuesen audibles los gemidos que ansiaba soltar.
Unos minutos pasaron y acabé en la mano de mi jefa. Ella, al sacar sus dedos de mi coño, los miró (formándose una sonrisa provocadora en sus labios) para luego mirarme a mí.
No dijo nada. Subió su mano hacía mi boca con la intención de que lamiera sus propios dedos empapados de mis fluidos.
- Abra su boquita –ordenó la mujer
Con un poco de incomodidad, acaté su orden y mi boca se abrió con tal de sentir mis pegajosos líquidos.
Terminando de hacer tal denigrante acto, mi inusual jefa me bajó de la mesa (casi instantáneamente) y, una vez que permanecía tirada en el piso, se subió encima de mí. Sin decir nada, sólo mantuvo su típica mirada que exudaba confianza. Me era difícil imaginar qué siguiente movimiento realizaría, pero yo aún me veía presa de sus encantos.
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Cuentos BDSM
RomanceUna colección de cuentos que explora el erotismo en las relaciones BDSM. Parte 1: Femdom, dominación femenina Parte 2: Femsub, dominación masculina Parte 3: Lezdom, dominación femenina y lésbica Parte 4: Dominación masculina y gay Parte 5: Dominació...