Un juego peligroso [Tomarry]

O14;; Avada Kedavra

Capítulo 14: Avada Kedavra

A raíz del favor de Tom, se formó entre ellos una especie de tregua incómoda. La furia de Harry había sido mitigada, lo que los dejó bailando con cautela uno alrededor del otro.

Podría haber sido su imaginación, pero Harry pensó que Tom lo miraba diferente. Evaluándolo en lugar de actuar complaciente y condescendiente, como si Harry sin darse cuenta se hubiera ganado algo de respeto al demostrar que estaba dispuesto a pelear al nivel de Tom.

Las cosas aún no habían vuelto a la normalidad, o lo que había pasado por normal durante las últimas semanas. No compartían la cama: en cambio, Tom había transfigurado el sillón en un colchón rudimentario (la facilidad con la que había hecho esto llenó de pesar a Harry: ¿cuánto podría haberse evitado si él hubiera pensado en hacer lo mismo?), y, sin mencionarlo nunca, se turnaban para dormir allí.

Estaban, sin embargo, hablando de nuevo, quizás menos por un deshielo emocional y más porque hubiera sido prácticamente imposible haber mantenido el tratamiento silencioso, dado el espacio reducido y la falta de entretenimiento alternativo .

... También fue un movimiento táctico por parte de Harry: darle libremente a Tom algo que quería, para que tuviera algo que perder si intentaba forzar las cosas a otra parte.

Y estaba funcionando. En lugar de simplemente volver a pelear y presionar a Harry contra la superficie plana más cercana, Tom en realidad estaba tratando de persuadirlo de que volviera al horrible y maravilloso lío que era su relación sexual. Una mirada persistente, un roce accidental de los dedos que duró un momento demasiado largo, un ingenioso giro de frase calculado para hacerlo sonrojar.

Había funcionado en él a principios del verano, pero a pesar de lo que dijo Tom, Harry ya no era el virgen inexperto que había sido cuando Tom lo sedujo por primera vez. Estaba decidido, se dijo en la parte más oscura de la noche, mientras yacía en la cama vacía, a desenredar su vida de la de Tom; para cortar los hilos que los unían. Había sido demasiado, demasiado intenso: habían pasado cada momento despiertos en la compañía del otro sin nadie más con quien hablar.

Y si Harry a veces atrapaba su propia mano deslizándose hacia su pene, bueno, no había nadie más que lo supiera.

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Harry esperaba que las cosas continuaran de esa manera hasta el final del voto.

Era la mañana del sábado tres días después de su reconciliación. Iban caminando por la orilla del río hasta el lugar donde normalmente se bañaban. El cubo con el jabón se balanceó de la mano de Harry. Cuando llegaron al lugar, lo dejó sobre la piedra, se estiró, chasqueó el cuello y miró a su alrededor.

Tal vez había una huella húmeda. Un movimiento en los arbustos que no podía ser el viento. Un susurro, un suspiro, una ramita que se rompe bajo la bota de alguien.

Cualquiera que fuera la pista, el subconsciente de Harry la registró ante su mente despierta. Agarró el antebrazo de Tom mientras iba a desabotonar su camisa.

—Espera.

Tom se volvió hacia él, desconcertado. Levantó una ceja en una pregunta no verbal.

Harry se mordió el labio, escaneando el área para tratar de ver qué estaba mal. Los pájaros cantaban en los árboles y el río balbuceaba alegremente sobre las piedras. No había nada extraño en la escena en absoluto, y de repente se arrepintió de mencionarlo. Tom iba a reírse de él, lo llamaría paranoico...

Una tenue luz roja brillaba desde los arbustos al otro lado del arroyo; Harry lo captó por el rabillo del ojo.

Tom, que no había visto nada, golpeaba con impaciencia el pie.—¿Qué ocurre?—preguntó.—Por qué...