01.

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—¿Adónde iré ahora?... Ya no tengo un hogar, ni a nadie.

—¿Pero qué dices?... Aun me tienes a mí.

Matsuno Chifuyu trataba de consolar a su mejor amigo, Hanemiya Kazutora, quién había sido echado de su casa por su padre. Ambos se encontraban sentados en las escaleras afuera del departamento donde vivía el rubio. Mientras estaban ahí, recibieron las miradas de personas que vivían en el mismo condominio. Algunos los miraban con curiosidad y otros solo se dedicaban a murmurar.

El rubio sabía la dura vida que tenía su mejor amigo en casa, su padre lo odiaba por ser un omega y no un alfa como creyó que sería. Las lágrimas de su amigo mojaban su ropa, podía sentir cómo temblaba el cuerpo del desconsolado omega y los lamentos qué salían de su boca lo ponían más triste.

—Tora, puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que quieras—dijo mientras sobaba la espalda del omega de mechas rubias—sabes que mis padres te quieren como si fueras su hijo.

Chifuyu también se había presentado como un omega, pero a diferencia de Kazutora, sus padres no se enojaron al saber que su único hijo resultó ser un omega.

—Gracias, Fuyu—lo miró con ojos llorosos.

En estos momentos Kazutora se sentía agradecido por tener un amigo como Chifuyu. Porque desde que se conocieron, el rubio nunca lo dejó solo y siempre le mostró su apoyo en los momentos en que huía de casa por las golpizas qué le daba su padre.

—Me casaría contigo si pudiera—lo abrazó fuerte.

—¿Qué cosas dices?—rió al escuchar la confesión de su amigo.

—No te rías, qué estoy siendo muy serio—hizo un puchero.

—Está bien, no te enojes—acarició su cabeza y Kazutora le dedicó una leve sonrisa—yo también me casaría contigo, Tora.

Se quedaron abrazados en silencio por unos minutos. Matsuno se dedicó a acariciar el cabello de su amigo que cada vez iba cesando su llanto.

—¡Lo tengo, Chifuyu!—anunció de repente.

Se incorporó en su lugar, el rubio lo miró con interés de saber qué era lo que se le ocurrió a su mejor amigo.

—¡Apostemos!

—¿Apostar?

—Sí.

—¿Qué se supone que vamos a apostar?

—Para demostrar que somos unos omegas fuertes y que no necesitamos de ningún tonto alfa...

Se quedó esperando la continuación de lo que Hanemiya quería decir, porque de un momento a otro se quedó en silencio.

—¿Ok?... ¡Continúa, no te quedes callado!

—Bien—continuó—... el primero que se deje marcar por un alfa... ¡pierde!

Kazutora sonrió y Chifuyu se quedó procesando lo que acababa de escuchar, ¿cómo es que iban a apostar algo tan tonto?

—¿Lo dices en serio?—preguntó incrédulo y el mayor asintió.

—¿Por qué crees que mentiría con algo así?

—Es que es algo tonto... y hablando en serio, tú serás el que pierda.

—Me ofendes, Fuyu—llevó su mano a su pecho de forma exagerada.

—Estoy siendo realista—suspiró—además, tus celos son un dolor de cabeza.

Destinados | BajifuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora