IV El precio del primer beso

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Rugidos y llamas azules antecedieron su llegada. Las seis alas extendidas hacían tronar el aire al oscilar. Salió de la zona de magia cuantiosa acercándose como una tormenta, no de aguas reconfortantes, sino de fuego consumidor.

Asta y Noelle se pusieron de pie en un salto y se auparon alrededor de la princesa durmiente. Hasta ahora ambos se habían enfrentado a jabalíes salvajes, caballeros mágicos, elfos renacidos y demonios. No obstante, temblaron de miedo al observar la ferocidad con la que se agitaba el dragón, titánico, mortífero.

Del grimorio del trébol de cinco hojas salieron disparadas todas las espadas, clavándose en la nieve delante de Asta, listas para ser empuñadas una vez más. Zanma fue la designada primera opción porque era con la que podía atacar a larga distancia. Y era la más liviana de todas, también. Asta estaba erguido con la espada bien alzada y sostenida. Chico terco. Su turno de pelear había terminado.

Noelle posó su mano cariñosamente en el hombro del muchacho y le explicó la situación: quien enfrentara al dragón esta vez sería ella. él debía llevar a la princesa a la base de los toros negros y pedir refuerzos.

El chico se negó al principio, pero Noelle se las arregló para convencerlo diciéndole que su prioridad era alejar a la princesa del dragón, que ya volaba encima de ellos.

―AQUELLOS QUE APRECIAN MÁS EL ORO QUE LA VIDA NO MERECEN VIVIR.

la armadura de valquiria tardó poco menos de cuatro latidos de corazón en ceñir a Noelle. Apretó los dientes y cogió bien su varita, cuando, para su sorpresa, el dragón siguió su camino y los dejó atrás.

«¿Qué no quería a la princesa?» se preguntó, alarmada por el camino que la bestia estaba tomando.

Se dirigía al pueblo en el lago.

Maldijo al dragón por arruinar su primer beso, maldijo al pueblo idolatra por estar tan cerca de la mazmorra, maldijo a la princesa por ser inútil y no despertar. Y finalmente, se maldijo a sí misma, por tonta. Deveras había creído que tendría la oportunidad de besar a Asta. ¡Si no podía ni confesarle sus sentimientos! Ridícula. Asta se merecía a alguien capaz de poner sus sentimientos y responsabilidades en orden, alguien como Mimosa. Su prima había demostrado ser mejor que ella en todo: mejor caballero mágico, mejor hija, mejor hermana, mejor compañera, sin mencionar que era madura y... tréboles, más hermosa. Seguro que Mimosa habría demostrado el coraje que ella no podía al besar a Asta sin tantas vueltas, curándolo, protegiendo a la princesa y peleando contra el dragón al mismo tiempo. Odiaba admitirlo, pero era verdad: Mimosa era perfecta para Asta porque sabía aceptar sus responsabilidades, al mismo tiempo que las realizaba de manera eficaz.

Noelle era el lado opuesto de la moneda, toda inseguridades y dramas. Mejor no besar a Asta. Al hacerlo pondría en tensión su relación y sería la burla de todos en la capital si se enteraban que el plebeyo sin nada de magia la había rechazado.

Soltó un quejido amargo. Necesitaba concentrarse y pensar nada más en hacer su trabajo como caballero mágico, vencer a un dragón y salvar a todo un pueblo. Increíble que todo eso fuera más fácil que plantarse frente al chico que le gustaba y decirle que lo amaba. Miró a Asta una última vez y le sonrió, tratando de mostrar confianza sin lograrlo, antes de darse la vuelta para emprender el vuelo.

Al separar los pies del suelo, sintió que algo la tomaba de las caderas y la volvía a poner sobre la nieve. No reparó en que eran las manos de Asta las que la sujetaban hasta que él la volteó con fuerza y, acercándola a él, la besó en los labios.

Noelle temblaba, y le pareció que podía oír en su cabeza una voz que gritaba con temor y fascinación por su situación. Asta la besaba con ternura. Ella se dejó envolver por sus fuertes brazos y cruzó los suyos sobre los hombros del chico. «Eres la única princesa que quiero besar», le susurró Asta al oído, entre un beso y otro. Eso la hizo reír, no por gracioso; por cursi. Podía acostumbrarse a este Asta cursi, como ya se estaba acostumbrando a los abrazos.

De no haber tenido un dragón piromaníaco con intenciones de reducir a todo un pueblo habitado a cenizas detrás suyo, tal vez se habrían quedado ahí, disfrutándose, descubriéndose el uno al otro. En cambio, Asta le dio un besito en la frente y se apartó, deshaciendo el abrazo. Feliz, aunque magullado, dedicándole esa sonrisa que no domaba nada ni nadie, se despidió de ella.

―Supera tus límites.

―Cierto...sí, el dragón... ¡El dragón! ― ¿Por qué hablaba como una boba?

Sin más tiempo que perder dio media vuelta y se lanzó al valle, más decidida que nunca a enfrentarse al dragón.


INTERLUDIO

Ay, qué bonito es el amor. ¿A poco no? jajaja. Todos sabemos que en el fondo Asta es un romántico, nada más falta que Tabata se dé cuenta. Si se llegaran a besar en el manga, lo más probable es que Noelle lo bese a él, por eso creo que en esta ocasión estaría bien ver a Asta tomar la iniciativa. ¿Tú que crees?

 Te regalo una imagen que iba a poner arriba, entre los parrafos, pero preferí no cortar el ritmo:

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Asta x Noelle: El precio del primer besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora