1.- Un día tranquilo

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Me desperté de repente a causa de un sueño que no recuerdo muy bien por la tensión que tenía desde el día anterior.

Había sido un día muy largo y muy cansado y acabé destrozada después de toda la noche sirviendo copas en el pub-discoteca donde trabajo algunas noches en los fines de semana.

No me gusta demasiado tener que trasnochar tanto, me gusta acostarme tarde pero no más de la una o las dos de la madrugada, aunque no me quedaba de otra si quería seguir estudiando.

Bajé las escaleras deseando tomarme una taza de café, ese día mi madre estaba en la cocina dejándome comida preparada para todo el fin de semana.

A mis 22 años vivía independiente, pero ella sabía muy bien que cuando me tocaba trabajar en el pub no comía nada sano a no ser que ella me dejara algo preparado, por lo que venía a mi casa para cocinarme.

Mi madre se llama Maribel, tenía el pelo corto a la altura de su hombro de color castaño con mechas pelirrojas y sus ojos de color marrón. Era una mujer muy amable con todo el mundo, aunque no solía salir demasiado.

- Buenos días cariño - me dice nada más verme entrar a la cocina - ¿cómo has dormido?

- Buenos días mamá, la verdad es que no muy bien, aun me retumba la cabeza de la música tan alta de anoche - no quise decirle que ese día llegué dos horas más tarde de lo habitual y tampoco lo del sueño ya que ni si quiera lo recordaba.

A mamá no le gustaba que tuviese que trabajar en el pub por las noches y menos aun hasta tan tarde, siempre me decía que debería de buscarme otro trabajo para los fines de semana.

- Te he dejado puchero en el frigorífico y un poco de caldo para la sopa, también te estoy preparando ahora carne en salsa.

Mi madre a sus 42 años era cocinera y me encantaban sus comidas en especial si llevaban algún tipo de salsa.

- Gracias mamá, pero de veras no hacía falta.

- Claro que si Lucia, se que si no vengo yo y te preparo algo para comer no te alimentas como es debido y tienes que reponer tus fuerzas después de trabajar tanto - a mamá le gustaba seguir ayudándome aunque solo fuese con la comida, ya que todavía no se hacía a la idea de que ya no vivía con ella.

- Será mejor que te vayas antes de que se te haga tarde - acababa de mirar la hora cuando me di cuenta de lo tarde que era.

En ese momento se acercó a darme un beso y se fue a trabajar, ese día en especial debía de entrar dos horas antes porque había un compañero de vacaciones y debía dejar todo preparado para al medio día.

En cuanto se fue me puse a ver la tele tirada en el sofá con la intención de no hacer nada durante todo el día, ya eran casi las 12:00 de la mañana y no me apetecía hacer nada de lo cansada que estaba.

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A las 3:00 de la tarde vino Carol, ya no me acordaba de que había quedado con ella hace un par de días, de haber sido así la hubiera llamado pasa avisarle de que no viniera, estaba demasiado cansada y de seguro quería que fuésemos al centro comercial.

- Hola Lucia - me saluda justo cuando abrí la puerta.

- Hola Carol - nos dimos dos besos como hacíamos siempre al saludarnos y al despedirnos.

- ¡No me lo puedo creer! ¿Aun sigues en pijama? Quería ir al centro comercial hoy, ya han empezado las rebajas y quiero comprarme modelitos nuevos - como ya me lo suponía me lo dijo con mucha alegría.

- Estoy destrozada, anoche llegué dos horas más tarde de lo habitual, si tantas ganas tienes de ir me visto y vamos, pero solo un rato por favor, necesito descansar para esta noche.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora