13 - La pequeña niña de papá

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Mis zapatos chillaban tanto contra el pavimento de los estacionamientos de Two Queens que por un segundo creí que la suela estaba encendida en llamas.

Me las arreglé para manejar mis emociones lo mejor que pude, pero en cierto punto caí en una ciénaga dentro de mi propia cabeza. No tenía claro a quién estaba engañando, si a Deborah, a Theresa o a mí.

—¡Tengo auto! —gritó Theresa a mis espaldas—. ¿Puedes decirme exactamente por qué nos vamos tan rápido? Aún no empezaba el tributo a Madonna.

—Es una jugadora—dije antes de voltearme—. A días de nuestra cita saldrá con su ex y dice que tienen "asuntos" en común. Es una red flag andante.

—Te lo dije—se encogió de hombros y me observó como si acabara de descubrir que la tierra era redonda—. Pero el plan era sólo acostarte con ella ¿No?

—Exacto—la apunté para darle su punto, pero me quedé callada unos segundos antes de decir: —Era el plan.

—¿Entonces? —preguntó, asqueada.

—Nada—mentí—. Olvídalo.

Theresa frunció el ceño antes de estudiar mi rostro y, como gran conclusión, me mostró su mano. La sostuve y caminamos al auto envueltas en un silencio necesario para que ella se glorificara al tener la razón y yo para condenarme por haberme equivocado.

Me sentía dolida y no sabía cómo explicarlo. La voz de mi conciencia me decía "este es el mundo real y así son las personas: debes adaptarte". Pero simplemente no podía aceptarlo.

Odiaba sentir que Theresa tenía la razón y que Deborah me gustara tanto y tan rápido como para tener expectativas que me hicieran entender el porqué de su reputación.

Y como si no fuera suficiente, me tenía gastando mi madrugada de sábado en escribir su nombre en el buscador de Google con tal de obtener las respuestas a las preguntas que no me atrevería a hacer.

Encontré un par de perfiles, pero ninguno era el suyo. Lo más cercano fue el sitio web de Two Queens, en donde ella aparecía en una sola fotografía; en el centro, era la bartender más alta y a la única que costaba quitarle los ojos de encima.

Yo no se los quité hasta que se cansaron y me dormí frente al laptop.

🪷

Llevaba tantas horas aturdida por Deborah y su simple existencia que olvidé que me esperaba un almuerzo con mamá, una de sus amigas y el hijo de ella, algo así como un prospecto buscado especialmente para mí.

Esa mañana fui avisada de que el gran evento sería en nuestra casa así que, mientras escogía la ropa que ella recomendó no muy casualmente, recordé el desfile de chicos que conocí en el último año.

Mamá solía ser sutil a la hora de insistir respecto a mi falta de una relación estable. Nunca me preguntaba de forma directa mis motivos, pero podía ver lo mucho que le interesaba "ayudarme" con ello.

La escuché un par de veces conversándolo con Josh, mi único aliado en esa casa. Él le decía que me dejara ir a mi ritmo, pero ella seguía llevando el tema como si fuese algo anormal.

Muchas veces me cuestioné si quizás sospechaba a qué se debía y simplemente estaba en negación o en la búsqueda de una cura para mí. A pesar de su reputación como una abogada implacable en casos familiares, su pensamiento respecto a los homosexuales y su "daño" a la estructura familiar seguía siendo demasiado retrógrado.

No tenía miedo de que me echara de la casa al enterarse. Estar por las mías, considerando que no podía desheredarme y que Josh no lo permitiría, no sonaba tan terrible. Lo peor era su rechazo, algo que me resultaba doloroso sólo de imaginar.

Caminos Cruzados (D&K1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora