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1. Tortura

La diosa Selena debe de odiarme, solo eso explicaría los sucesos de esta noche.

Maldición realmente creí que la había encontrado, a ella, mi reina, la fuente de mi vida y deseo.

A pesar de no querer admitirlo, realmente anhelaba una compañera, alguien con quien compartir mi vida.

Pero esa maldita criatura arruino todo. La furia hierve en mí y comienzo a romper todo a mi paso en la habitación. Nunca nadie se ha atrevido a hacerme una jugarreta tan vil. Ni siquiera los Vampil y eso que ellos son escoria.

La Ruzus juega sucio con él, parece meterse en su mente y el olor de su sangre en su habitación solo empeora todo.

Ese aroma lo conmociona, nunca antes percibió algo así y parece invadir cada centímetro del lugar torturándolo.

Debería haberla degollado en aquella celda. Casi lo hago, fue un milagro que viese mi cuchillo y notará el color de su sangre. No suelo dudar ante mis enemigos, pero aunque no quiera admitirlo, dude ante ella. Eso fue lo único que salvó su vida y gran parte de mí se arrepiente de ello. Si hubiese muerto, nada de este ocurriría.

La frustración y furia me inspira a tomar mi forma de batalla. No puedo pensar en este lugar, su olor solo tortura mis sentidos, así que salgo corriendo.

Me alejo tanto como puedo de mi hogar huyendo de su perfume.

Corro a toda velocidad sin dirección alguna, pero mis sentidos me traicionan y termino llegando al mismo lugar donde me topé con ella, olfateando la hierba manchada con el inconfundible rojo de su sangre, como un maldito adicto. Odio esto, la odio por esto. Esa criatura ha encontrado mi debilidad y la utiliza a su favor. Debo detener esto, me guste o no debo matarla. El odio crece en mí, ella no sabe con quién se está metiendo, pero me encargaré de que lo entienda.

Al llegar la mañana regreso a Denurio y voy hacia mi habitación para prepararme. No he descansado en toda la noche. La frustración y cansancio solo agrandan mi furia, generalmente cuando algo me pone así, salgo a cazar, matando a cuánto Vampil se cruce en mi camino, dejándome llevar por la sed de sangre. Y en este momento tengo algo mejor que un chupasangre para dirigir mi furia. La humana tal vez no sobreviva. Sonrío fríamente a ese pensamiento mientras me ducho y visto sujetando mi daga y dirigiéndome a su encuentro.

Al llegar al recinto los guardias me miran nerviosos, y con toda la razón, fue su error el que permitió que la Ruzus saliera de este lugar.

—Todos ustedes serán enviados a custodiar la frontera durante tres lunas llenas— ordeno fríamente, sentenciado su castigo. Conozco a mis hombres, los guardias de Denurio son Lycans emparejados, y no hay peor castigo que separarlos de sus hembras durante tanto tiempo. Aun así, nadie se queja contestando todos al unisón — Sí, mi señor—

Me aparto de ellos sin siquiera mirarlos mientras Alcan abre la puerta del lugar donde tiene a la Ruzus.

Al ingresar me encuentro con el escenario menos posible considerando que ordene su tortura.

La Ruzus está sentada cerca del escritorio alimentándose. Al verme palidecer y parece ahogarse con su comida, tosiendo de forma desesperada, eso activa mi instinto queriendo ir a por su ayuda. Maldición; aun así, cierro con fuerzas mis puños y me congelo en el lugar. No voy a ayudarla, solo la miro toser de forma errática, mientras algunas lágrimas mojan sus ojos.

Miro a Alcan enfurecido —Te di una orden — le recuerdo fríamente.

Él me mira y luego a la humana que agarra un vaso con agua y lo toma con desesperación.

—Y yo cumplo con ella— le responde Alcan— he conseguido mucha información al respecto —continúa— es cuestión de tiempo para que confiese—

— No confío en sus palabras—responde Delar con frialdad — su confección no saldrá de una simple conversación— le señalo furioso— Deberías quebrarla, No alimentarla— le señaló a Alcan con enojo.

Él solo me mira, puedo ver la duda en sus ojos, él no podrá hacer esto.

Al reconocer su limitación le ordeno — sal de aquí—

— Delar debes tomar esto con calma— le avisa Alcan.

— Ahora—le indica Delar con voz de mando ejerciendo su dominio sobre él.

Alcan no puede pelear contra eso y a pesar de que cree totalmente incorrecto todo esto sale del lugar mirando con pesar a la humana.

Al salir Alcan, Delar se aproxima lentamente, por lo que la humana se para de golpe tirando la silla en el proceso mientras retrocede.

Parece realmente atemorizada, pero si así fuese no jugaría con él, esto es solo una fachada y él va a desbaratarla.

Se acerca lentamente hacia ella, mirándola a los ojos, arrinconándola contra la pared. Ella mira desesperada hacia los costados buscando algún escape.

— Veo que disfrutas del lugar—le señala fríamente Delar—Comida, un lugar donde dormir, un curandero sirviéndote, tal vez pienses que esto es una posada—le menciona de forma afilada.

Ella lo mira y solo niega con su cabeza.

— ¿No?— inquiere con saña Delar en voz siniestramente calmada — Al parecer has conseguido ablandar a Alcan y eso solo prueba tus poderes de manipulación — la acusa — si había alguien feliz con la idea de disecarte ese era Alcan y ahora parece un cachorro a tus servicios—

Con cada palabra, Delar se aproxima más, dejando salir su dominio intimidado a la Ruzus con él. Y al parecer funciona el olor de su miedo impregna todo el lugar. Bien, piensa Delar.

— Tal vez creas que puedes manipular a todos en este lugar— le señala mirándola fríamente a sus ojos—Pero me encargaron de mostrarte porque nadie juega con los Lycans.

Tras decir eso, Delar extiende su mano sujetando el cuello de Naria presionando de a poco cortándole el suministro de aire, creando en la humana desesperación ante ello.





Roja sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora