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1. En las manos del lunático

Mis pulmones queman de forma incesante, ante la privación de oxígeno. Y la presión en el cuello dificulta que la sangre llegue a mi cabeza.

Aun así, el lunático rey sigue estrangulándome, incrementando cada vez más la presión de su mano, mirando mis ojos fijamente con crueldad.

Cuando llegó esa mañana, Alcan seguía con sus preguntas. Insistiendo con el hecho de que posea poderes o algo por el estilo, pregunto por todo, control mental, telequinesis, incluso llegó a preguntar si podía volar o tele transportar mi cuerpo. Claro que negué cada una de sus acusaciones disparatadas. Pero él sigue viéndome con dudas en sus ojos.

Tal vez el hecho de que no le quiero contar cómo fue que hui del lugar sea el motivo por el que más dude de mí. De todos modos no voy a contarle, es estúpido, pero apenas pueda entraré de nuevo a ese maldito conducto de ventilación, incluso me planteo, viví un par de días en él para despistarlos y así poder escapar.

No pienso quedarme aquí, el único motivo por el que no opuse resistencia hasta el momento es porque soy consciente de su fuerza, sería muy fácil someterme si quisieran dado que cada hombre que he podido observar en mi corta instancia parece salido de un gimnasio a tiempo completo, con sus espaldas anchas y sus brazos musculosos, incluso Alcan que es un investigador se ve fornido. Claramente, no puedo pelear contra eso, pero dicen que el cerebro mata al músculo ¿No? Es solo cuestión de tiempo para que bajen la guardia, solo espero que no me maten en el transcurso.

Alcan seguía insistiendo con sus atípicas y descabelladas preguntas — ¿Escupes fuego?— lo escucho interrogar, estoy por contestarle frustrada por todo esto, pero mis tripas hablan primero retorciéndose ante el hambre.

Ya perdí la cuenta de cuántos días llevo sin comer. Al oír eso, Alcan me observa y deja su cuaderno de notas saliendo del recinto. Regresando minutos después con un plato lleno de manzanas verdes. Bueno, por lo menos sus frutas son iguales a las de mi planeta.

Sin hablar me ofrece una y se sienta esperándome. De hecho, no he visto nada diferente al planeta tierra, solo perros enormes, pero el resto es igual.

Yo huelo la manzana con desconfianza, pero de todos modos la muerdo, si voy a morir no pienso privarme mi última cena, aunque esa sea una austera fruta. Pero al morder el fruto me sorprendo, tiene la textura de una manzana crujiente, pero sabe a mango, y su jugosa carne es roja, es deliciosa. Cierro los ojos con placer ante su sabor. Alcan me observa comerme una y luego me ofrece otra mientras anota en su libreta.

Todo está calmado y silencioso mientras mastico hasta que escucho un fuerte — ¡Sí, señor!— en coro desde la puerta que me eriza la piel.

Alcan se para ante esto y me observa evaluando si quitarme la manzana o no, pero no lo hace y solo se dirige a la puerta abriéndola y dejando pasar a su rey.

Al verlo me congelo, está vestido con una camisa blanca que deja ver parte de sus marcados pectorales y un pantalón de cuero negro. No importa cuántas veces lo vea, su belleza siempre me sorprende.

Él la mira con sus ojos de jade y topacio y su semblante se enfurece al notar que está comiendo. El miedo dificulta que trague y me ahogo con un trozo de la fruta que intento tragar. La tos me invade intentando de forma desesperada desatorar la fruta en ella, mientas me agito en busca de aire. Tomando un vaso de agua del escritorio lo bebo ayudando a su cuerpo a pasar el trozo de manzana.

Delar deja de mirarla y se dirige a Alcan dándole una reprimenda por el incumplimiento de sus órdenes. Ella entiende cuáles eran esas órdenes, torturarlo, desmembrar su cuerpo, matarla, todo en busca del cese de algo que ella no hace.

Alcan intenta calmarlo, pero solo consigue ser echado del lugar, dejándola sola con el lunático rey.

Solo puedo observar como sé próxima lentamente hacia mí e intento retroceder para evitarlo inútilmente.

En un momento la presencia de Delar parece invadir todo, asfixiando y aplastándome con solo una mirada.

La voz de Delar es fría y cruel al hablarme

— Veo que disfrutas del lugar. Comida, un lugar donde dormir, un curandero, sirviéndote—señala a modo de lista—tal vez pienses que esto es una posada — le indica de forma afilada.

Es una maldita broma ¿Comida? Llevo días sin comer, lo único que Alcan me ha dado en esos días fue un algodón mojado para mis labios. ¿Un lugar para dormir? Es una puta mesa quirúrgica, eso no es una cama, es solo una fuente para cadáveres. ¿Y un curandero sirviéndote? ¿Curandero? Si él fue quien provocó gran parte de mis heridas. ¿Qué le sucede a este imbécil?

Aun así, no puedo contestarle así, nada bueno, saldrá de ello, prefiero negar con la cabeza mordiendo mi lengua.

— ¿No?— pregunta Delar— Al parecer has conseguido ablandar a Alcan y eso solo prueba tus poderes de manipulación — la acusa — si había alguien feliz con la idea de diseccionar tu cuerpo, ese era Alcan y ahora parece un cachorro a tus servicios—

¿De verdad creen que tengo poderes?

La presión en el ambiente parece incrementarse, causando en ella un miedo casi irracional. Claramente, ella no tiene poderes, pero este tipo parece que sí.

— Tal vez creas que puedes manipular a todos en este lugar— le señala mirándola fríamente a sus ojos— Pero me encargaron de mostrarte porque nadie juega con los Lycans—

Esas fueron sus únicas palabras antes de comenzar a estrangularme

Estoy en el límite, es cuestión de segundos para que me desmaye por la falta de oxígeno, pero cuando eso está por suceder, él la suelta levemente mi cuello permitiéndome inhalar aire.

Tengo que hacer algo, no puedo rendirme tan fácil —yo no controlo a nadie—le alcanzó a decir con la voz ronca y ardor en mi garganta.

Pero él solo vuelve a apretar mi cuello impidiendo a mi cuerpo respiración.

—No te dije que podías hablar— señala mientras apoya su frente junto a la mía.

No entiendo a este sujeto, pero una cosa está clara es un maldito sicópata. Casi parece disfrutar de estrangular mi cuello.

Él no vino hasta aquí a buscar respuesta, solo busca torturarme.


Roja sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora