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1. Huida

El fino polvo en el lugar tan estrecho inunda mis pulmones y mis ojos lagrimean en el intento desesperado de evitar toser por él. No puedo darme ese lujo, alguien podría oírme, y mis costillas sufren aún más por los espasmos.

Al parecer sus locos cautivos están obsesionados con destruir su caja torácica, primero la maldita pelirroja rompiendo sus huesos y ahora el loco científico cortando su piel.

Llevo arrastrándome por el conducto, quién sabe por cuánto tiempo ya. Me aproximó a las salidas, pero solo encuentro más habitaciones, necesito llegar a una salida fuera de este lugar, donde sea que se encuentre.

Por suerte siento una brisa fresca más adelante y la sigo esperanzada en que sea mi ruta de escape.

Este lugar es enorme, ya perdí la cuenta de cuántas habitaciones de distintos tipos encontré, desde dormitorios, salas, comedores, oficinas. Todo tiene un mobiliario de madera casi antigua, pero costosa, este lugar parece un maldito castillo. Aunque la poca luz me impide observar con detalle, para mi fortuna casi todo está vacío.

Por lo que alcance a escuchar de los guardias fuera de la habitación donde me encontraba apresada, deben estar en algún tipo de fiesta. Tengo que aprovechar esta oportunidad, tal vez sea la única que tenga para escapar. Y tal vez no sobreviva a otro día de experimentos, tan solo de recordarlo se cubre mi piel de sudor y mis manos tiemblan.

Tengo que concentrarme, respiro profundo, ignorando con gran esfuerzo el dolor y sigo apartando mi mente de la insoportable tortura vivida. La corriente de aire parece cada vez más fuerte, debo de estar cerca.

Al llegar a algún tipo de extremo y en la parte superior observo algo similar a un extractor de aire que gira con el viento. A pesar del dolor de mis costillas y de las heridas vendadas, me giro hacia el lugar y comienzo a empujar los tornillos desde adentro hacia afuera, haciéndolos girar de a poco. Es duro y mis dedos duelen, pero me ayudó con una de las pinzas que tome antes de huir, uno a uno quito los tornillos y empujó el extractor lentamente hacia afuera. Al conseguirlo empujó mi cuerpo por el hueco manteniéndome agachada y observo mi entorno con cuidado. Estoy en un techo, eso es bueno, aunque no entiendo en qué momento comencé a subir mientras me arrastraba por el ducto.

Por lo menos no estoy a gran altura, tan solo dos pisos, por lo que veo desde la cornisa.

El lugar está oscuro por la inmensa noche y la única zona fuertemente iluminada con faros colgante se encuentra bastante lejos de dónde estoy, ese debe ser el lugar de la fiesta, alcanzo a escuchar instrumentos, sonando, tocando algún tipo de vals.

Aun así, noto que por debajo de donde estoy hay algunos guardias corpulentos que van y vienen, pero no son muchos, solo tengo que esperar que den la vuelta y bajar para salir corriendo los más lejos que pueda de este enfermizo lugar.

Utilizó un tubo que actúa como canaleta de drenaje y me deslizo como si fuese una escalera. No fue fácil y dejé parte de la yema de mis dedos en el trayecto, lo admito en las películas parece más fácil, pero llego al suelo.

Aprovechando que los guardias giran en una esquina y corro hacia el inmenso bosque que rodea la construcción con todas mis fuerzas. Voy a la carrera mientras esquivo árboles y ramas. No es fácil, la hierba es alta y entorpece mis pasos. El esfuerzo de mis músculos debe haber abierto las heridas que Alcan me causo, puedo sentir mis vendas empaparse y el inconfundible olor a metal de la sangre proveniente de mí.

La emoción y el miedo aceleran escape a pesar del dolor de mi cuerpo.

El bosque es oscuro, pero la pálida luz de la luna ilumina todo a su alrededor, al girar mi rostro y verla me congelo, es inmensa, nunca creí ver una luna llena, tan grande y hermosa, cubre casi todo mi horizonte. Su luz pálida la hace brillar de una forma hermosa e hipnótica y sus detalles se observan a la perfección casi como si la observara desde un telescopio, cada sombra, cada cráter, es casi mágica.

Sacudo mi cabeza e intento seguir adelante, aunque mi cuerpo pesa cada vez más a cada paso. Aun así, no me detengo, el miedo me insta a seguir.

Pero creo escuchar pasos cerca de mí y me agachó rápidamente para ocultarme entre la hierba. El temor de que me encuentran recorre mis venas, cubriendo mi cuerpo, no quiero volver a ese horrible lugar.

Al cabo de un rato no escucho nada, así que me paro con cuidado y comienzo a alejarme cada vez más.

No obstante, una voz profunda y masculina me detiene.

— ¿Quién eres?— pregunta la voz, pero no logro ver de dónde proviene. No le respondo, solo quiero huir. Sin embargo, el miedo me congela.

Luchando contra el pánico me giro para continuar mi huida, pero al hacerlo solo choco con algo. O mejor dicho alguien.

Mi instinto reacciona y me apartó del fuerte torso cubierto por una suave camisa negra de seda del desconocido. Cayendo al suelo.

— ¿Quiere eres?—repite él, desde su lugar.

Al levantar mi vista con miedo me encuentro con su frío rostro iluminado por la pálida luz lunar.

Si este es su juego no quiero jugarlo, no quiero estar cerca de él. Todavía recuerdo sus atípicos ojos fríos mientras casi degüella mi garganta.

Él estudia mi rostro y la comprensión lo arrolla, me reconoce y eso no es bueno.

— ¿Tú?—me dice con una expresión de asombro nublando su rostro.

Es el maldito lunático y dudo que salga con vida de este encuentro.

Roja sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora