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1. Calmante

Alcan sujeta a la humana del brazo fuertemente y la saca de la habitación de Delar sin decir palabra alguna.

El miedo de Naria es notable y entendible. De por sí, la furia de un Lycan atemoriza a cualquiera, pero de entre todos el Alfa es el peor. Su dominio indiscutible y su inmenso poder hace que incluso los más poderosos Vampil se orinen en sus pantalones.

Y toda su ira se encuentra dirigida a una simple mujer que, humana o no, no parece poder soportar tanta presión. A menos que Delar tenga razón y sea una maestra del engaño.

Ojalá esa sea el escenario correcto, porque los otros son realmente jodidos.

La posibilidad de que ella realmente sea nuestra reina podría desencadenar una guerra civil. Nadie cuerdo aceptaría a una Ruzus como su reina. Y eso sin contar con el hecho de que su propio compañero niega su vínculo.

Todo esto solo genera un gran dolor de cabeza en Alcan que frotar sus ojos mientras camina de regreso hacia el recinto.

La mano que sujeta a la humana se siente incómoda e incorrecta tocando su piel. Si ella realmente es nuestra reina, una cosa está clara, mi sentencia de muerte está firmada. Las cosas que le he hecho son por mucho imperdonable.

Sigo un camino de servicio hacia el recinto evitando a la mayor cantidad de guardias posibles. Pero al ingresar la veintena de hombres que resguardaba el recinto se congela al ver a Alcan con la humana en su poder.

— No quiero ni una palabra de esto a nadie— ordena Alcan fríamente mientras arrastra a Naria al interior, cerrando la puerta y soltándola.

La situación es sumamente incómoda, debería sedar a la humana y recortarla nuevamente en la fría y metálica camilla, asegurando los grilletes sobre ella. Pero no cree poder hacerlo.

En su lugar cierra la puerta con llave y le señala una silla a Naria — siéntate— le indica.

Pero ella no se mueve, es comprensible, obviamente no confía en él— tranquila, solo limpiarse tus heridas y tendremos una charla—

Ella lo mira con desconfianza en sus ojos.

Pero él agarra gasas y algún tipo de líquido verde. Mostrándole, insiste — No te haré daño —

Naria no confía en sus palabras, pero también sabe que él podría obligarla, por lo menos es una silla y no esa camilla de tortura.

Por lo cual se sienta, aunque su cuerpo se encuentra aprensivo, con miedo al dolor.

Alcan realiza movimientos lentos quitando sus vendas de las muñecas y examinándolas — ¿Desollaste tu piel para quitarte los grilletes?—la sorpresa inunda sus palabras, pero sigue quitando las vendas de las muñecas y luego la de los tobillos.

Luego toma el líquido verde y comienza a untar en las heridas. Naria se encoge ante ello esperando el ardor, pero nunca llega, no sabe de qué está hecho ese líquido, pero es realmente calmante, por lo que se permite relajar un poco sus agarrotados músculos.

Al terminar con las extremidades, Alcan nota la extraña ropa de la humana manchada en la zona que él trabajó. — Necesito que te quites la ropa para tratar las heridas de allí— indica con algo de vergüenza en su voz.

Esta vez Naria no opuso resistencia alguna y comenzó a quitársela, pero Alcan se gira de espalda ante su movimiento.

Y busca un trozo grande de vendas pasándoselo sin mirar. — Coloca esto sobre tus senos —le indica.

Esto confunde a Naria él fue el primero en indicar que su interés era meramente clínico, ¿por qué actúa tan avergonzado? Además, todavía conserva su corpiño.

— Listo —le responde Naria cubriendo su pecho.

Solo entonces Alcan se gira y comienza a despegar las vendas de su costado suavemente. Y a cubrirlas con esa maravillosa sustancia verde que al instante calma su dolor.

Al terminar, Alcan la evalúa y coloca más de su líquido en cada herida que alcanza a encontrar, desde simples raspones ocasionados por su huida, hasta el corte en su cuello causado por la daga de Delar. Incluso coloco un poco en la zona de su cabeza donde Delar la golpeó para dejarla inconsciente. Su tratamiento fue suave en todo momento, lo cual desconcierta a Naria.

— ¿Por qué el cambio de actitud?—Le pregunta.

A lo cual él la mira — Lo sabrás a su momento— le responde— por ahora tengo algunas preguntas para ti y espero que por tu bien seas sincera al responder—

— Está bien— responde Naria de forma escueta.

— ¿Tienes algún tipo de poder o habilidad?— Pregunta Alcan mientras se sienta frente a ella y agarra su libreta para anotar su respuesta.

— ¿Habilidad? ¿A qué te refieres?— pregunta Naria.

— Me refiero a cualquier poder que puedas utilizar contra alguien, control mental, aturdimiento, cosas por el estilo—

Esas preguntas parecen una broma— No, —responde — claro que no, soy solo una chica normal. —

—Sé, más específica— insiste Alcan.

— No tengo ninguna clase de superpoder, ni nada por el estilo— responde molesta—y si los tuviese los hubiese usado para escapar de este maldito lugar— le señala.

Alcan la observa, pero luego anota todo en su libreta— Eso ya lo veremos— sentencia Alcan— Solo espero por tu bien que me digas toda la verdad—le avisa— si llego a enterarme de que estás usando alguna clase de control contra Delar, tendré que matarte y créeme no será lento —

Roja sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora