Marvel; El Nacimiento de Cybertron.

nuevo cuerpo

Mirando el pequeño cubo de no más de setenta centímetros cuadrados, Zibrock no podía evitar sentir un poco de aprensión, cuando se le dio la tarea de traer de nuevo la chispa suprema muchos pensamientos se le pasaron por la mente.

Entre esos, tomarlo y escapar, por suerte o desafortunadamente, su nave se perdió de curso y terminó a miles de años luz de su posición anterior, con suerte, nunca ser encontrado alguna vez.

Si bien su cuerpo, hecho del mejor material que la tecnología Cybertroniana podía ofrecer era una obra maestra en términos de materiales  que lo hacían extremadamente duradero, longevo y con mayores atributos físicos, mentales y de reservas de energía interna que otros Transformer.

Todavía le faltaba algo, algo que había empezado a desarrollar hace cientos de años desde que transmigró, y era convertir su cuerpo en algo más vivo, sintiente... Más Humano.

Comenzando por bajar su estatura a ocho metros con cincuenta centimetros, modificar sus rasgos faciales para que se parecieran a algo cada vez más normal para él, empezar a tomar descansos -cosa que los Transformers no necesitan-  o mejor conocido como dormir.

Todo lo que lo acecara a estar más cerca de la humanidad que había perdido al despertar en un cuerpo de metal.

Y ahora, frente a él estaba la clave culminante de todo su esfuerzo, la chispa suprema, conocida como la propulsora de toda civilización, capaz de terraformar todo un planeta a los antojos de su operador, restaurar y traer a la vida un Cybertroniano muerto o mutilado a su mejor momento, e incluso aportarle mejoras significativas tanto en su matriz interna de energía como en mejores capacidades físicas de su cuerpo.

Antes sus avances a acercarse a algo más humano se habían retrasado por la falta de la gran energía que necesitaba para reorganizar su cuerpo, así como el poder para poder hacerlo.

Pero ahora, con la chispa suprema, un nuevo y gran mundo de posibilidades se abría ante sus ojos.

Así que acercándose a la chispa suprema, colocó sus dos manos en la superficie del gran artefacto.

Inmediatamente, una inmensa cantidad de energía se extendió por todo su cuerpo, recorriendo cada centímetro y reparando todo pequeño problema y daño que Zibrock pudo haber tenido, al mismo tiempo que su energía interna se elevaba por los cielos.

La llamada energía interna, o matriz de cada Transformers, es la que hace que los Cybertroniananos tengan vida, siendo su batería, básicamente, si dicha energía llegaba a su fin, el Transformers no podía volver a transformarse, quedando paralizado y por último muerto, al mismo tiempo, si dicha energía nunca mermaba, y era repuesta cada que fuera necesario, traía consigo que el Transformer viviera para siempre, sin miedo a una muerte por vejez.

Ahora, usando toda esa energía disponible, Zibrock empezó a dirigirla hacia lo que quería con ella, sus partes internas y externas empezaron a cambiar drásticamente, anteriormente, su cuerpo metálico de color morado y neutro, tomó un color negro y dorado, al mismo tiempo que una mucosidad de color crema empezó a cubrir todo su cuerpo.

Todas sus partes fueron cambiadas y mejoradas al extremo, incluyendo sus armas internas, su cañón de plasma retractil en su brazo derecho amplió su rango de tiro, junto con su potencia y energía de este.

Sus dos espadas retractiles ubicadas en sus dos brazos también cambiaron, su ya antes poderosa energía de corte y su durabilidad fueron totalmente mejorados.

Pero el cambio que más se evidenciaba era la capa protectora que cubrió partes de su cuerpo, como el rostro, manos y pies, asemejándose a tejido vivo, cómo una piel.

Luego de la transformación, el cuerpo de Zibrock quedó al estilo cyberpunk, con un rostro humano, pero de resto siendo de partes metálicas.

Zibrock se vió en una pantalla holográfica que se encendió frente suyo, y quedó totalmente sorprendido, pasándose las manos por el rostro, sintió la suave pero fuerte textura, así como el aliento que salía de sus fosas nasales que, aunque no necesitara respirar, volver a sentir eso lo llenó de vida.

Sintiendo la yema del dedo húmeda se quedó exaltado aún más, lágrimas, lágrimas de verdad, ahora su cuerpo podía expresar emociones, sentir mejor el espacio que lo rodeaba, incluso sentir la humedad de las lágrimas que corrían por su rostro.

Pensando en todo el recorrido que tuvo que pasar, las innumerables muertes de las que es culpable, de los planetas destruidos por él en busca de suministros para esa guerra maldita.

Frente a él estaba su nuevo futuro, uno en el que no tendría que seguir las órdenes de líderes que solo buscaban su poderío sobre los demás.

Y claro está, el haría lo mismo, la diferencia radicaba en que alzaría y llevaría a la cima también a sus ayudantes, ¿Fue hipócrita? Absolutamente, pero para poder obtener y cumplir las metas que tenía, debía poseer poder, y utilizarlo como más le placiera.

"Mi señor, las sondas han transmitido señales, ¿quiere verlas?" recibió un mensaje por su comunicador.

"Ahora no, espera a que llegue a la sala de mando".

Llegando a la sala de mando, Zibrock volvió a sentarse en su silla "que información tenemos" dijo, para que luego muchas pantallas holográficas se iluminaran frente a él.

"Mi señor, de lo que hemos recibido de las sondas, al parecer el mundo es capaz de albergar vida, gracias a su atmósfera y sustancia H2O, además, no detectamos tecnología avanzada, sus terrícolas usan barcos de vela y carrozas para transportarse, lo que evidencia su bajo desarrollo".

Zibrock escuchó todo esto mientras observaba las imágenes transmitidas, desde las partes de Europa, Asia y América, todo indicaba que la Tierra estaba en su época colonialista, con las potencias británicas, francesas y españolas al poder y las Américas todavía en su era tribal.

En esos tiempos, la llegada de Zibrock al planeta podía pasar desapercibida, al mismo tiempo que subía su poder en el mundo, pero eso no era lo que quería Zibrock, cómo alguien que le encantaba estar en el centro de todo, ¿Cómo se conformaría por ser poder detrás de escena?

"Establezcan curso, en dirección a la Tierra". Ordenó Zibrock, mientras se recostaba en su asiento y veía desde la sala como el planeta azul se acercaba cada vez más.