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—Esta es demasiada información que procesar— no se esperaba que los niños fueran suyos y mucho menos que el otro padre fuera la caballa de mierda— Sabes si se van a quedar aquí para siempre o en algún momento regresarán a donde provienen— Al pelirrojo le preocupaba que los niños se quedaran para siempre, no porque no le gustaran los niños, más bien, porque sabía que su yo futuro estaría preocupado por ellos.
—no se, pero ya casi llevan una semana por aquí, tal vez por allá el tiempo pase diferente, aunque no lo creo, o siga el mismo curso que por aquí— los dos se quedaron en un incómodo silencio, lo único que se escuchaba eran los niños jugando por ahí.
—Así que... Que vamos a hacer, ahora que me has dicho sobre los niños no puedes esperar que me quede con los brazos cruzados verdad— al pelirrojo le desagradaba la idea de pasar el tiempo con su ex pero tampoco le gustaba la idea de dejar a los niños solos con el más alto.
—Si quieres podemos dividirnos los días, un día tú un día yo—
—Me niego, aunque no han muerto bajo tú cuidado no siempre será así— Chuuya no le tenia nada de fe al castaño. Dazai solo podía verlo con indignación.
— se que no soy el mejor con el auto cuidado pero a estos niños jamás los he descuidado—
—Aún así no confió, será mejor que se queden en mi apartamento— El castaño solo rodo los ojos, pero no le disgustaba la idea de quedarse en la casa del más bajo—Hace tiempo que no teníamos una conversación tan civilizada—
—porque será—
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Después de decirle a los niños los nuevos planes, recogieron sus cosas y se fueron al apartamento de Chuuya, ya ahí los niños se acomodaron en la habitación de invitados. Decidieron que Chuuya sería el que hiciera la comida mientras que Dazai se quedaba cuidando a los más pequeños.
Desde la sala donde estaban los tres podían ver perfectamente la espalda del pelirrojo el cual estaba cocinado. La escena era demasiado doméstica. Dazai nunca se imaginó ser el protagonista de semejante escenario, pero no se quejaba, hasta se podría acostumbrar.
