Capítulo VI:
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MARIPOSAS
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Bienvenida a la familia, linda.
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Sakura.
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―Mamá―
―Volveré por ti, mariposa―
La puerta se cerró detrás de ella.
Todo lo que paso luego se volvió confuso y con el tiempo termine olvidándolo.
― ¡Hikari!―
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― ¡Mamá!―
Desperté agitada, las gotas de transpiración bajaron desde mi frente hasta los costados de mis mejillas mojando mi cabello. Estaba agitada y tenía ese nudo en la garganta que me impedía respirar.
Recordaba los gritos, recordaba los insultos, recordaba los golpes pero no recordaba que había pasado con mi madre luego de esa noche.
Mi padre siempre dijo que se había ido con otro, que nos abandono y que nunca regresaría y eso fue lo que paso. Ella jamás volvió.
Respire profundo, llenando mis pulmones de aire frío y observe la hora en mi móvil. 6:00 a.m. Me levante despacio de la cama, seguro demoraría en dormir y seis y media debía levantarme, el poco sueño que tenía ya me había abandonado.
La puerta de mi dormitorio rechino al abrirla, mi casa estaba en completo silencio y oscuridad. Observe el oscuro pasillo que conducía al piso inferior. El dormitorio de mi padre se encontraba en frente y al final del pasillo estaba esa escalera que conducía al ático.
Hacia años no subía allí.
Me acerque despacio y los escalones de madera crujieron bajo mis pies. Encendí la luz una vez dentro del ático y observe las cajas y los muebles viejos. Todo estaba cubierto por una capa de polvo y telarañas. De niña siempre me encerraba aquí a jugar para amortizar los gritos de mis padres. Me acerque a un pequeño cajón de madera y me senté en el suelo con este entre mis piernas. Allí se encontraban las pertenencias de mi madre. Envuelto en una pañoleta roja había una pequeña cajita musical, al abrir la tapa una hermosa melodía de piano inundo el pequeño ático, allí había varios accesorios de mi madre entre ellos un hermoso anillo de plata que en la parte de arriba tenía una mariposa en pedrería rosa. Me lo coloque en el dedo anular y lo observe unos segundos, ese era el anillo que mi padre le regalo cuando le propuso matrimonio.
Mi madre lo llevaba puesto la noche en que se fue porque jamás se lo quitaba. Entonces ¿Por qué estaba en el ático escondido?
―¡Sakura!―
El grito de mi padre me saco de mis pensamientos, guarde todo de prisa y baje las escaleras. Me di cuenta que el anillo se había quedado en mi mano pero me congele al ver a mi padre a unos metros.
―¿Qué hacías allí?― Hablo con recelo.
―Escuche ruidos― Murmure y escondí mis manos detrás de mi espalda.