Extra

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-Parker, tienes visita.

Había levantado la vista del libro de aeromodelismo avanzado, la luz detrás de la persona que le había hablado impedía que viera con definición sus rasgos, había arrugado el ceño mirando al celador, con los brazos cruzados y una mirada de desaprobación y probable asco en su rostro, había levantado una ceja.

-Imposible. - Había musitado acomodando los lentes de lectura sobre el puente de su nariz, volviendo su vista de nuevo a las páginas que leía, estudiaba, leer se había vuelto su nueva distracción, eso y el trabajo dentro de ese lugar hacían que su cabeza se mantuviera en su lugar y su mente estuviese ocupada.

- ¿Vas a ir a la visita o no Parker? Muévete. - Había suspirado, nuevamente siendo interrumpido por ese celador de más de 40 años bastante malhumorado después del divorcio de su esposa que para su desgracia se había dado desde que había entrado en ese lugar, había cerrado el libro, dejándolo de lado, colocándose contra la pared, con manos y piernas abiertas.

El protocolo para alguien como él.

Había escuchado como abrían la puerta de su celda y como le colocaban los grilletes en las piernas el metal había tintineado contra sus pantorrillas, se había dado vuelta, levantando las manos levemente para que lo esposara.

Podía ver como el hombre sudaba con exageración, parecía que aún lo ponía nervioso e incómodo en su presencia, suponía que era por las cosas que decían de él.

Casi era cómico en lo que se había convertido, no sólo era un monstruo sino además el mundo lo consideraba uno, había escuchado y leído un montón de artículos que relataban lo sucedido con demasiada imaginación y sangre, casi se había reído cuando había leído que había comido los ojos de Harry o que había cortado la verga de Tony.

Sí, era algo brillante, un castigo perfecto para un infiel como él.

Pero no, no lo había hecho, de todas formas, tampoco había querido hacer declaraciones al respecto, todo lo que se había venido después de su arresto había sido un escándalo. No sólo había asesinado a Stark había destruido Extremis y con ello la vida perfecta que todo el mundo estaba viviendo, le parecía curioso cómo es que la mayoría de personas preferían vivir una fantasía hermosa donde obtenían todo lo que quería y eran felices, la realidad en su totalidad era decepcionante.

Tras los juicios que había tenido que enfrentar después de 3 años difíciles, sólo había conseguido que su condena se redujera a 30 años por haber sido "un héroe" Si, claro. Matt Murdock había sido un excelente abogado, pero no había podido tapar con un dedo el sol, así que había terminado ahí, 4 años después, con 25 años, 26 años más por cumplir encerrado, en la mierda y peor aún, limpio.

Los primeros meses habían sido los más difíciles, no sólo había tenido que afrontar el juicio y odio del mundo entero y las acusaciones de que era un asesino, sino que además sobrellevarlo sin drogas ni alcohol había sido como caminar en el infierno, había sufrido de ataques de ansiedad, depresión, tristeza y dolor, pero lo peor que había experimentado era la abstinencia.

Se había dado con tal intensidad que realmente había deseado morir simplemente para no sentirse ni un segundo más así, había sido sumamente doloroso físicamente, sentía que su cuerpo se destrozaba desde adentro, no podía respirar, moría en vida.

El guardia frente a él le había lanzado una mirada por encima del hombro, era consciente de lo peligroso que podría llegar a ser, una persona con sus capacidades era letal si optaba por el odio, para buena suerte del sujeto, no era así, caminaba detrás de él en silencio siendo guiado por la cadena con la que lo mantenía atado. Había decidido ignorar los gritos e insultos que le propinaba el gremio popular en las celdas que lo odiaban por lo que había hecho, algunos parecían que habían cometido crímenes después de la muerte de Stark por la desesperación de no tener extremis otros quizá le agradecían.

Apaga las luces//Dark StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora