RIVER, 8 DE JULIO DE 2001(Lo que olvidamos)

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-¡Uña de mono!
-gritó Nicki entusiasmada.
-Rábano amargo.
-Heaven le siguió la
corriente con una sonrisa, porque a los nueve años cualquier plan le parecía divertido.
-Te toca, River -dijo Nicki.
-No se me ocurre nada.
Ignoró mi escaso ingenio y continuó:
-¡Cuerno de unicornio!
-¡Escupitajo de rana!
Estábamos en la casa del árbol. Las dos hermanas removieron el contenido de un caldero antiguo que mi madre les había dado para jugar.
Intenté visualizar todo aquello, las uñas y los rábanos, los cuernos y los escupitajos, pero no conseguí ver nada más allá de hojas, ramas y pie-dras. Eso me enfadó y me alivió a partes iguales.
-River, es tu turno -insistió ella.
-Bah. Esto es aburrido. Jugad vosotras.
-Pero... -Nicki me miró confundida.
-La magia no existe. Es para niños.
-Perfecto.
-A Nicki le tembló un poco el
labio, aunque consiguió disimularlo cuando levantó la barbilla-. River Jackson, quedas expulsado del reino de las hadas.
-Es mi casa del árbol -le recordé.
-Todo lo tuyo es mío, ya lo sabes.
Puede que hubiese comentado algo por el estilo en alguna ocasión, pero no tenía claro el contexto. En cualquier caso, ¿qué más daba? Ni siquiera me apetecía pasar las tardes en la casa del árbol. Maddox llevaba meses sin subir allí, y yo tenía doce años y los juegos de Nicki ya no me parecían aventuras apasionantes, sino tonterías estrafalarias.
Quería crecer. Deseaba escuchar música rock a todas horas, aprender a conducir y usar zapati-las deportivas de marca como todos los demás chicos de Cape Town.
¿Quién quiere magia teniendo el mundo real?

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⏰ Last updated: Dec 30, 2023 ⏰

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