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35 ESTRELLAS Y SUBO EL SIGUIENTE HOY

恋から狂気までほとんどない (Koi kara kyōki made hotondo nai)

Proverbio español: de enamorado a loco va muy poco

Traducción: en ocasiones el amor puede convertirse en una obsesión y rozar la locura.

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No sé quién de los dos se alegró más de conseguir el teléfono del otro pero algo era cierto y es que los dos recibieron el mensaje de Fer con una sonrisa en la cara. Fer estaba harto de tener que ver como tonteaban frente a él como si no existiese, iba a recoger a Yeray e Ivet le preguntaba por su hermano tan tímida que al principio le gustó que se fijase en Pedri pero luego se abrumó al estar trayendo y llevando información para que estuviesen contentos los dos. Prefirió facilitarles los teléfonos y librarse un rato de amoríos.

Pedri iba a recoger a su sobrino todos los días que podía, iba él solo y esperaba hasta quedarse el último para hablar con ella de cualquier cosa para luego ofrecerle llevarla a su casa, algo que siempre aceptaba. Montarse en el coche de Pedri impregnado de su olor era una propuesta innegable para la mente de la italiana.

Se sentían cómodos con el otro y dejaban expuestos temas de los que no solían hablar a la ligera como su familia y el trabajo, recibiendo mensajes que les dejaban pegados al teléfono casi todo el día. Él le escribía con la excusa de la organización de las jornadas de fútbol y ella se interesaba por el deporte cuando nunca le había apasionado el fútbol. Casi al mes descubrieron que hablar por videollamada era más entretenido y disfrutaban más viéndose las reacciones ante las palabras del otro.

Era bonito, se estaban conociendo poco a poco y querían hacerlo bien, sin precipitarse.

O esa era la idea.

Porque lo que pasó aquella noche fue la explosión de lo que se estaba cocinando a fuego lento.

Las chicas habían salido a celebrar el cumpleaños de Ivet por todo lo alto, era viernes y después de haber terminado de trabajar, a la morena solo le dió tiempo para ducharse rápido antes de que sus amigas se presentaran en el piso para arreglarse juntas.

Las cuatro amigas se conocieron en la carrera y desde el primer año se hicieron inseparables después de juntarse para hacer un trabajo grupal.

-Acabamos de salir y ya me duelen los pies de los tacones.- Farfulló Ivet andando más lento que sus amigas al sentir el roce de las tiras en su tobillo. Murmuró un insulto en italiano y siguió andando con dificultad siguiendo el ritmo de las demás.

-Eso es porque no estás acostumbrada y con lo guapa que estas hoy no puedes ir con tus zapatillas de siempre.- Exclamó Berta llegando hasta ella. Abrió su bolso diminuto y revolviendo sacó unas tiritas para dárselas. -Pontelas y no me des las gracias.

Ivet le mostró una sonrisa agradecida al alago, como si no llevasen toda la tarde diciéndole lo guapa que iba maquillada y vestida.

Mara y Tina andaban más adelante con los brazos entrelazados hablando entre susurros sin darse cuenta de que Ivet se había parado en un banco a arreglar su dolor de pies.

-Mis botas de confianza no me harían esto.- Dijo con reproche. Se levantó del banco y se puso en pie de nuevo con menos dolor que antes.

-Vamos, italiana. Que la noche nos espera.

Mara, su paisana, saltó hasta ella y de las manos tiró de Ivet consiguiendo que andase sin pisarse el vestido de satén negro. Entre risas, Berta por detrás le dio un golpe en el culo y Tina le recolocó la corona y la banda de cumpleañera porque necesitaba estar perfecta ese día, pues habían salido a ligar. Ivet estaba encantada de tener amigas como ellas.

IKIGAI | Pedri |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora