Capitulo 14

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Hola, antes de empezar a leer te aviso que sólo faltan unos tres capítulos para darle fin a este fic, era mi meta principal que fuera historia corta y así será. Besitos y espero que disfruten del shipp.

Capitulo 14
Un pequeño "Mami" sale de la boca de mi hijo Dani despertándome. Me sobresalto al ver que aún es de noche.

- ¿Pasó algo, mi amor? - asiente con un puchero.

- Pesadillas... ¿Puedo dormir aquí?

- Claro, mi amor - hago espacio en la gran cama para que se acomode en mi pecho - ¿Qué soñaste?

- Un señor me perseguía y no podía llegar hasta ti - se acurruca en el hueco de mi cuello.

- Ay, corazón, créeme cuando te digo que ningún señor ni nadie más podrá separarnos - lo abrazo con fuerza y le hago cariños en el pelo hasta sentir su respiración pesada.

Su pesadilla me deja inquieta, no es como si su padre vaya intentar llevarlos, pero como es típico de una madre... Nos preocupamos por todo, hasta por una pesadilla.

Doy un beso en su frente e intento dormirme.
*
- Hey - David me saluda con una sonrisa.

Me acerco a pasos rápidos a la mesa exterior del pequeño café, temblando por la brisa mañanera.

- Hey, guapo - saludo con fingida coquetería - ¿Está ocupado? - él ríe negando con la cabeza.

- Para ti siempre estará libre - le sonrío de vuelta con diversión.

- ¿Qué me cuentas? Los chismes corren y sé que pronto comienzas un proyecto - enarca su ceja.

- Ole, no pensé que fuera a correr la información tan rápido - le guiño y ríe - es un pequeño proyecto en el que creo la pasaré bien, y me hace estar más tiempo cerca de mis hijas.

- ¿Vuelves a Argentina? - un hormigueo en mis manos me hace saber mi estado de nervios.

- No permanentemente, iré a sacar unos papeles... - me mira extrañado - ¿Por qué me ves así?

- ¿Me pides salir y luego te vas? - pregunto suavemente.

- Diablos no, no haré el proyecto allá. Las niñas y Carolina se mudan a México por un tiempo, ella también tiene un proyecto aquí - relajo mis hombros.

- Me asustaste, cachorro. En nuestro gremio nunca me ha gustado eso de estar demasiados meses separados cuando se inicia una relación - expreso con un suspiro - nunca sale bien.

- No te preocupes - toma mis manos y las besa. Sonrío como una enamorada - me quedaré por aquí un buen rato.

Seguimos en nuestro desayuno, pidiendo cada uno su respectiva comida. Cuido mucho lo que como pero hoy decidí salir de la rutina, si bien la comida saludable también es deliciosa, a veces hace falta esa dosis de grasas y azúcar para la salud mental.

David se ve diferente a cómo lo conocí, sus sonrisas son más amplias y el brillo en sus ojos es hermoso. Se ve ligero, a pesar de haber pasado por una ruptura hace un tiempo.
Llevamos saliendo unas dos semanas, sin contar el desastre del primer día en mi casa, claro está. Los chicos aún no saben de ello, demasiado pronto para una nueva desilusión.

Por alguna extraña razón mi corazón me dice que esta vez será diferente y no me dejaran sin piso.

- ¿En qué piensas? - pregunta sonriente.

- En todo el ejercicio que haré para bajar estos waffles - reímos sabiendo mutuamente cuáles son lo gajes de nuestro oficio.

Aparte de ese detalle: ser mujer. En donde por supuesto, si estás expuesta a las redes sociales y la televisión siempre habrá quién critique el cuerpo ajeno.

- Bueno, puedes quemar esas calorías conmigo, belleza - su picardía siempre es bien recibida por mi cuerpo.

- Lo bueno de tener tu apartamento cerca de aquí - respondo de la misma manera.
*
Al llegar al apartamento lo primero que hago es quitarle la camisa a mi chico, sus dedos curosean mis curvas y sonreímos entre besos.

- ¿Quieres vino?

- ¿A las once de la mañana, David? - suelto una carcajada - ¿Estás nervioso?

- Para nada, quise ser cortes - me sube a la encimera de la cocina de un salto.

Mis manos tocan su abdomen con desesperación, araño un poco y me gruñe. Me responde con su mano intrusiva en mi pantalón, lo desabrocha con lentitud y se separa de mi al bajarlos junto a las bragas.

Acaricia mis piernas de arriba a abajo con la yema de sus dedos, suspiro cada vez que su mano se acerca a mi intimidad, sus dedos pasean el interior de mis muslos hasta a abrirse paso entre mis pliegues.

- Hmmm - mi baja queja lo impulsa a mover sus dos dedos (índice y medio) sobre mi clítoris. Aumenta el ritmo - David... Oh, mierda - se detiene y vuelve a la lentitud.

Su otra mano rodea mi cintura arrastrando a mis nalgas al borde de la encimera. Mi cadera toma el mando moviéndose al compás de sus dedos, tantea mi entrada y entra con sutileza, mi espalda se encorva y el me retiene de no caer.

Agrega un dedo más y sitúa su palma en mi clítoris para estimularlo a la vez. Entra y sale haciendo que los chasqueos de sus dedos en mi intimidad cada vez sean más ruidosos.

Sus movimientos cada vez son más rápidos y mi cuerpo recibe con gusto todas estas sensaciones, muevo mi cadera obteniendo más profundidad y placer.

- Te ves hermosa - araño su espalda cuando sus labios besan mi cuello.

Lo atraigo hacía a mi para besarlo, exigente, feroz. Mis paredes se contraen y siento como arremete con fuerza a mi intimidad sin hacerle ningún daño. Grito en sus labios su nombre temblorosa, desaparezco unos segundos del mundo.

- Madre de Dios - suspiro - ¿Dónde estuviste toda mi vida, eh? - bromeo sin aliento y me sonríe.

- Por ahí... - saca sus dedos de mí y los chupa - deliciosa. Ahora que lo pienso nunca te he probado directamente... Tal vez es el momento ¿No? - Asiento mordiendo mi labio.

- ¿Y tú? - pregunto preocupada por su placer también.

- ¿Yo? Soy feliz haciéndote tener orgasmos, no me hace falta más por ahora - lo acerco para besarnos y quedarnos sin aliento.
***
- No nos veremos por un rato - David se despide de mi con una sonrisa.

- Lo sé, te voy a extrañar - besa mi hombro con cariño.

- Y yo a ti. Pero tuvimos toda esta semana llena de... Emociones - habla en susurros sin querer que los niños escuchen aunque están en la planta de arriba.

- Nos vemos, cariño - doy un beso breve en sus labios.

- Nos vemos, preciosa... ¿Puedo hacerte una pregunta?

- ¿Cuál?

- ¿Ya estamos saliendo? - río y ruedo los ojos.

- Sí, David - me abraza.

- Genial, no querrás que si me preguntan diga que no - bromeo.

- No haremos esto público aún ¿Lo sabes, no?

- Lo sé, lo sé. No te preocupes - mira su reloj y suspira - debo irme.

- Adiós, guapo - nos damos un último beso y lo veo cerrar la puerta con cuidado.

**

Un Giro InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora