Historias protagonizadas por ships randoms (Solo apto para multishippers)
Drabble: de 100 a 500 palabras (🅓)
Viñeta: de 500 a 1000 palabras. (🅥)
One-shot: más de 1000 palabras (🅞)
Ningún personaje me pertenece son propiedad de Jeff Davis.
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—¿Disfrutas de la vista, Scott? —preguntó Peter cuando entró al vagón usando un tono entre condescendiente y sarcástico, provocando que el chico rápidamente desviara la mirada de la ventana.
Ese año Scott había cumplido 16 años y durante todo ese tiempo no había conocido nada más que esa parte de Panem, dentro del espeso bosque de Beacon Hills, mejor conocido como el Distrito 7, por lo que aunque fuera perfectamente comprensible, no resultaba menos vergonzoso estar tan sorprendido con la vista del Capitolio a dónde se dirigía para su inevitable muerte.
Todos los años dos jóvenes entre los 16 y 22 años eran seleccionados de cada Distrito, para participar en los juegos del hambre, una encarnizada contienda que duraba hasta que solo uno de los participantes quedará vivo. Era una especie de cruel recordatorio que el Capitolio le daba a los ciudadanos de que no debían intentar sublevarse de nuevo.
La mayoría de los participantes pasaban los 20 años ya que las posibilidades de ser elegido aumentaban cada año, pero a Scott honestamente no le sorprendía haber sido seleccionado, ya que la situación económica de su familia era precaria y como el gobierno había permitido solicitar de forma anticipada teselas, su nombre estaba un número ridículo de veces para ser su primer año de cosecha, lo único que lo consolaba era saber que su madre, su padrastro y Stiles tenían asegurada su alimentación por muchos años más. Entonces el recuerdo de su familia abrazándolo al despedirlo llegó a su mente e intentó distraerse en algo más, porque era muy doloroso pensar en ellos sabiendo que nunca los volvería a ver.
—Esta bien. No te reprimas. Es muy probable que no vuelvas a tener esta oportunidad —dijo Peter con malicia colocando una mano en el hombro del chico, para acercarlo de nuevo al cristal.
—Déjalo en paz —intervino Derek haciendo que el mayor lo soltara y rodara los ojos.
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Scott le agradeció con la mirada antes de caminar a la mesa donde ya empezaban a servir el desayuno. Hasta ese momento, el otro tributo de su distrito era un misterio, sólo habían intercambiado unas pocas palabras, pero Derek parecía tal vez demasiado atento con él. Incluso la noche anterior cuando no podía dormir, le hizo compañía, sentándose a su lado en el suelo de su habitación. Pero hasta Scott que era confiado por naturaleza, un defecto que su hermano y mejor amigo solía recordarle todo el tiempo (y de forma mucho más urgente en su último encuentro antes de subir al tren) sabía que la amabilidad de Derek podía ser solo parte de su estrategia, aunque era era obvio que no representaba ninguna amenaza, o tal vez era porque sentía lástima por él, algo mucho mucho más razonable, pero fuera cual fuera el motivo, ciertamente no se iba a quejar.
