Capítulo 4: Yuxalthiano

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          Zsphery y Miisha llegaron a un planeta que visualmente se encontraba en la miseria, no solamente permanecían las tinieblas que crearon en su momento los soldados de la oscuridad, sino que además la niebla mortal del Guardián Supremo también contribuyó a que se siguiera deteriorando... Yuxalthia... el lugar de nacimiento de las guerreras de la luz, el cual llevaba muchos años deshabitado y olvidado tras un conflicto que provocó muchas muertes. 

          Miisha: Mamá... ¿Este es Yuxalthia?

          Zsphery: Efectivamente, hija... mi planeta natal... fuente de muchos recuerdos negativos, pero si queremos ser capaces de sobreponernos a la situación actual, entonces debemos entrar en contacto con él.

          Miisha: Espera un momento... ¿Ves eso de ahí?

          Tal y como estaba ocurriendo en el resto del universo, las criaturas más aberrantes del Guardián Supremo también se encontraban en este planeta deshabitado... se les veía tristes y sin rumbo, actuaban de manera automática con el único propósito de ganarse la aceptación de su creador, deambulaban en círculos vigilando algo que realmente no necesitaba de vigilancia, solo era un pretexto para deshacerse de ellos sin la necesidad de que el Guardián Supremo tuviera que rebajarse a matarlos malgastando sus poderes.

          Zsphery: No son muchos y no percibo demasiada fuerza, acabar con ellos no será difícil... solo es cuestión de atacar en equipo... a mi señal lo haremos.

          Miisha: ¡Espera, mamá! Míralos... ¿No notas algo extraño en ellos?

          Zsphery: ¿A qué te refieres? Son las mismas criaturas que atacaron nuestro planeta y redujeron nuestras energías para que no pudiéramos defenderlo del ataque mortal del Guardián Supremo.

          Miisha: Eso lo sé... pero en esta ocasión hay algo distinto... están literalmente rotos por dentro y atravesando por un dolor insoportable, puedo sentirlo dentro de mí.

          Zsphery: Que no te engañen, Miisha... ellos son el enemigo y nos matarán si les damos la oportunidad, no creo que sean capaces de sentir piedad.

          Miisha: Me sorprende que digas eso... tú eres un ser puro y de luz... deberías ser capaz de percibir lo que yo estoy sintiendo, no actúan por voluntad propia... mamá... ¿En qué momento dejamos que nuestros objetivos nos cegaran de lo más elemental? Matar no puede ser la respuesta para todo.

          Zsphery: Hija... no todos entienden con palabras y menos este tipo de criaturas, las cuales fueron creadas directamente por el ser más maligno del universo... al terminar con sus vidas les estaríamos haciendo un gran favor, solo están aquí para sufrir.

          Miisha: No... te equivocas y te lo voy a demostrar... para eso necesito que confíes en mí, pase lo que pase promete que no vas a intervenir... mírame a los ojos y promételo por favor.

          Zsphery: ¿En qué estás pensando? No voy a dejar que arriesgues tu vida intentando interactuar con esas criaturas.

          Miisha adoptó un semblante tan serio que nunca antes se había visto, sorprendiendo incluso a su propia madre.

          Miisha: Sé que has tenido que pelear en diferentes batallas y contra enemigos cuyo único propósito era causarle daño a los demás... pero no todo tiene que culminar en eso... existen seres que sí pueden salvarse de ese destino... eres mi mamá y te amo con todo mi corazón, me has enseñado lecciones que atesoraré durante toda mi vida... pero en esta ocasión debo pedirte que seas tú la que preste atención a lo que está por suceder... permíteme mostrarte a través de mi mitad yuxalthiana lo que la luz de nuestra gente es capaz de conseguir.

El fuego eterno (El Nuevo Orden # 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora