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El bar estaba tan animado como de costumbre. Médicos y enfermeras ruidosos ocupaban todos los rincones, relajándose tras largos turnos. Las luces titilaban y se lanzaban dardos mientras se compartían historias y el hielo tintineaba en los vasos.
Los cinco internos rodeaban una pequeña mesa atestada de vasos que se vaciaban rápidamente y fragmentos de cacahuetes mientras cotilleaban entre ellos.
—"Es genial. Sé que al principio fue un poco raro por todo el asunto del jefe, pero ahora que está fuera las cosas van genial",— prácticamente se deshacía en elogios Meredith mientras hablaba de Derek.
—"Eso es genial, Mer" — dijo George, un poco emocionado pero Meredith estaba demasiado enamorada como para preocuparse mientras Izzie le acariciaba suavemente el hombro.
Seguía siendo muy raro para Jade escucharla hablar de Derek teniendo en cuenta que hablaba con su mujer en casa todos los días. Intentó decírselo, y tuvo la oportunidad de hacerlo en múltiples ocasiones, pero siempre acababa acobardándose.
La culpa la carcomió un poco. La mentira a Meredith de que su novio McDreamy estaba casado. Realmente se habían hecho buenas amigas, todos lo eran, y Jade sabía que en cuanto se enterara todo se vendría abajo.
Pero la escuchaba hablar de él y veía cómo lo miraba y pensaba: —"La dejaré vivir en esta dichosa ignorancia un día más, sólo un día más".
Un día se convirtió en dos y luego dos se convirtieron en una semana y luego dos y ahora aquí estaban. Así que sí, la culpa la carcomió durante un tiempo, pero luego se convirtió en algo natural mentir, actuar como si no tuviera ni idea.
Pensar que no eran las mejores amigas lo hacía más fácil. Meredith tenía a Cristina e Izzie tenía a George y Jade estaba ahí. La quinta amiga.
Los tenía a todos, pero en cierto modo se sentía sola. Se recordaba a sí misma que estaba allí para trabajar y no para hacer amigos, pero no le ayudaba verlos congeniar tan fácilmente cuando ella echaba de menos a Addison y a Mark.
Pero luego estaba Alex. Era tosco y un poco grosero, pero también divertido e inteligente, y era bastante simpático con Jade, así que por defecto era como su persona, aunque ninguno de los dos lo supiera. Además, no estaba de más que fuera guapo.
En general, Jade había encontrado su lugar en Seattle, su nuevo comienzo iba tan bien como podría haber esperado. Encontró buenos amigos y sobresalió en el programa. Estaba donde tenía que estar.
Pero, de nuevo, ¿no era siempre entonces cuando todo empezaba a desmoronarse?
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En el vestuario reinaba un silencio absoluto, aparte de la tranquila voz de Jade, que hablaba con Alex sobre una revista médica que había leído el otro día acerca de un exitoso parto de sextillizos y sus operaciones.
Él sólo escuchaba a medias, haciendo pequeñas aportaciones aquí y allá mientras una mano firme le acercaba una tijera a las fosas nasales.
Estaba a punto de continuar cuando se abrió la puerta de los vestuarios, George la cerró en silencio y miró a su alrededor con recelo. Caminó hacia la pareja, mirando entre los pasillos de taquillas antes de acercarse a ellos.
—"Hola, George", —lo saludó Jade lentamente, notando su extraño comportamiento.
—"Hola, Jade" —empezó él, sin mirarla a los ojos. — "¿Crees que podrías dejarnos a Alex y a mí un segundo a solas?".
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Alice | Alex karev
De TodoLa vida de Jade nunca había sido perfecta y pensaba que nunca lo sería. Un nuevo comienzo en Seattle era justo el cambio que necesitaba, pero no esperaba un viaje tan accidentado. Traducción Autorizada por @redgreys