Su Principio

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Luego de que Hades devolviera a Kara al mundo de los vivos y se reencontrara con su querida Lena, las amazonas decidieron celebrar con un exquisito banquete.

La oscuridad de la noche había caído y las dos mujeres se encontraban en la privacidad de su habitación.

Lena lucía la sensual indumentaria típica de las amazonas, ya que llevaba varios meses viviendo en Temiscyra.

Kara no pudo evitar sentir una atracción ardiente al verla así, encontrándola verdaderamente irresistible.

Olvidó las tradiciones de Krypton y se dejó llevar por sus deseos más primitivos.

Sin poder contenerse, comenzó un feroz y apasionado intercambio de besos entre ellas.

Sus labios se encontraban ávidos, sus cuerpos enredados en un juego de deseo incontrolable.

Solo se separaban brevemente para recuperar el aliento, sintiendo la necesidad imperiosa de explorar aún más el placer que anhelaban.

Las dos mujeres ansiaban más, deseaban entregarse plenamente a la pasión que las consumía.

En ese momento íntimo, las caricias y susurros se volvieron más atrevidos y provocativos.

Sus manos acariciaban con avidez las curvas tentadoras de sus cuerpos, explorando cada centímetro de piel.

Sus gemidos entrelazados resonaban en la habitación, incrementando la intensidad de su encuentro.

Cada roce, cada contacto, encendía el fuego que ardía entre ellas, envolviéndolas en una espiral de deseo compartido.

El tiempo parecía detenerse mientras se entregaban sin restricciones a la pasión desbordante.

No había límites ni barreras en su búsqueda mutua de placer.

El deseo las guiaba, llevándolas a nuevos niveles de éxtasis y satisfacción. Sus cuerpos se entrelazaban en un baile sensual, buscando la culminación de un deleite compartido que solo ellas podían brindarse mutuamente.

En ese contexto íntimo y erótico, Kara y Lena exploraban los límites del placer, entregándose por completo a la conexión y al amor que compartían. Juntas, disfrutaban de una noche de pasión inolvidable, en la que se unían en una comunión ardiente de deseos y sensaciones, llevándose al clímax de su éxtasis compartido.

Habiendo satisfecho sus deseos carnales, se durmieron abrazadas y felices, por fin, su sueño, se había echo realidad.

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Lena y Kara seguían abrazadas, después de haber experimentado una noche de pasión que les hizo olvidar el mundo exterior.

El sol de la mañana se filtró por la ventana, despertando a las dos amantes enredadas entre sábanas.

Lena, con una sonrisa de satisfacción, miró su reloj y descubrió con un resoplido, que se habían quedado dormidas y era casi la hora del almuerzo.

Decidida a despertar a su rubia, comenzó a plantar pequeños y dulces besos por el rostro de Kara, quien poco a poco se fue despertando, con una sonrisa radiante iluminando su rostro.

Los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora