Prólogo

207 17 2
                                    

Delgadas falanges viajan por encima de los muslos, se deslizan friccionándose con la tela gruesa de los pantalones una y otra vez, luego toman parte de la gabardina en puños, causando que el tejido apriete los muslos más allá de lo acostumbrado. La presión se deshace, reanudando la fricción del tacto con la prenda y es como un ciclo con el fin de liberar la ansiedad.

De unos labios carnosos, pequeños y acorazonados se escapa aire de una manera sutil, luego los dientes apresan el belfo inferior, mientras que un par de orbes se mantienen alerta a pesar de mirar al frente. Espesas pestañas abanican con una velocidad lenta, haciendo que los orbes cafés grabasen las imágenes en movimiento. 

Pronto, el cuerpo completo se queda inmóvil, no es capaz de exhalar el aire que recién ingresó a sus pulmones, los dedos que apretaron con fuerza sus pantalones ya no ejercen ningún mísero movimiento y sus párpados están abiertos, pues sus oídos han captado términos positivos y eso es lo que llevaba temiendo desde que sus pies se encontraron frente a ese lugar.

—Si iniciamos pronto el tratamiento existe posibilidad de que...

—Por favor, deténgase. 

Hay algo que se interpone en su visión y no pasa mucho para que se dé cuenta de que no es un algo, sino alguien y ese alguien no es más que su madre dándole una sonrisa.

Su mente cuestiona sobre el motivo de tal acción, porque no lo entiende. No hay razón para sonreír cuando acaba de escuchar resultados positivos de células oncogénicas en la corteza cerebral. Él sabe lo que eso significa, todos en esa habitación entienden lo que conlleva tal diagnóstico y no quiere que se trate de la realidad, sino de un sueño. Desea que pronto unos golpes insistentes lo despierten y él pueda confirmar que se trata de una pesadilla. Anhela desesperadamente que Jungwoo tamboree la puerta de su departamento y rompa ese sueño. 

—Kun, cariño —llama la castaña suavemente sin borrar la sonrisa.

Pero no está en su departamento, no se encuentra en la comodidad de su cama, no hay cálidas mantas que lo protejan de los malos sueños, siquiera tiene puesto su pijama. Seúl se encuentra a cientos de kilómetros y aunque el sol se ocultó varias horas atrás, el sueño ha abandonado por completo su cuerpo.

La tersa mano de su madre, así como la humedad que hay en sus ojos chocolates ya lo están desgarrando en esa cruel realidad. Siente un ligero apretón por parte de ella, quien no le ha dejado de sonreír e intenta volverse para que el doctor continue con la consulta, más él lo suelta tratando de asimilarlo.

—Tienes cáncer.

 Parece que ocasionó un ruido en una oscura y fría cueva, porque hay eco en su cabeza, es un bucle que no deja de sonar y lo marea, por lo que mueve su cabeza en negación y cierra los ojos.

—¿Estadio tres? —cuestiona para sí antes de levantarse de la silla.

Da pasos hacia la puerta, luego se detiene y vuelve, repite el proceso un par de veces hasta que sus manos se aferran al respaldo de la silla donde su madre se encuentra.

—No es posible, eso no es cierto —suelta como si escaseara el aire—. Esa tomografía debe ser de otra persona. Volvamos a Seúl y usemos el tomógrafo del hospital —sugiere en medio de su ansiedad—. Sí, hagamos eso y todos los otros estudios. Verás que hay otro diagnóstico para esos dolores de cabeza.

—Kun.

Ese llamado no ha sido fuerte, pero es el tono que suele usar para que todos sepan lo que involucra. Nadie puede hacer otra cosa que detenerse y callar. Kim Taeyeon no necesita alzar la voz para mostrar su autoridad y esa peculiaridad lo ha heredado únicamente su mayor dolor de cabeza.

Matrimonio Inesperado [JaeKun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora