"Todo en Philadelphia está a 20 minutos"; ese dicho sonaba en la cabeza de ambos mientras Amelia conducía su coche por la ciudad. Nunca había visto realmente lo pintoresco de la avenida del parque Hunting. El mural del gimnasio Rasheed "Casa de los bulldogs" daba evidencia de las personas que vivían en esa zona, más adelante, el bachillerato Simon Gratz rompía la estética del suburbio.
De súbito, todo el panorama cambiaba cuando giraron en la ruta State. Los árboles se apreciaban más verdes, aún en la oscuridad. Las calles más limpias y las fachadas de los edificios tenían mejor mantenimiento.
—Es evidente que estamos en los territorios de Lancaster.— Murmuró Alexander tratando de aligerar el momento.
Pero el panorama mejoraba aún más, Hartwell Lane era todo lo que Alexander creía que era "preppy" o "posh".
—Vaya, que lujo.— Comentó Alexander, seguido de un silbido.
—Bueno, y eso que no has visto Rittenhouse Square, tengo unos amigos que viven allá.— Aseguró Amelia, lo cual hacía que brotara más el néctar de la incertidumbre en el joven.
Amelia detuvo su coche en la entrada de su casa y ambos bajaron. Al entrar, Alexander notó el candelabro que colgaba en el techo, los detalles de la casa con cierto aire neoclásico y flores frescas en los floreros al costado de la entrada.
—Sí que vives bien, Lancaster.— Mencionó Alexander quien merodeaba en la casa.
—Si gustas puedes llamarme "Mia", así me llaman algunas personas.
—Bueno Mia, llámame Alex.
Amelia ordenó la cena por una aplicación, ambos estaban sentados en el comedor esperando por la comida pero subieron a la habitación para comer; "ella nunca podría vivir en una caravana más pequeña que su habitación" pensó Alexander, pero otro pensamiento cuestionador le arrebató ese comentario de la mente: "¿Vivir? ¿En qué piensas Alex?".
—Esas personas que llegaron al final de la función... Son también de un circo ¿cierto?— Preguntó Amelia quien jugueteaba con su comida.
—Sí... Son la competencia a decir verdad.
—¿Puedo preguntar qué rivalidad tienen?
—¿Cómo explicarte?— El chico meditó un poco antes de hablar. —Ellos siempre van a donde nosotros vamos, tienen actos muy similares a los nuestros. Y bueno, la riña es algo vieja. Mi abuelo, Lorenzo Ferretti, tenía una buena amistad Colt Wallace, pero Colt embarazó a la hermana de mi abuelo y nunca se hizo responsable del hijo.— Concluyó dándole un mordisco al filete que tenía en el plato.
—Lamento escuchar eso. El hijo de tu tía abuela y de Colt Wallace es tu tío en segundo grado ¿Cierto?
—Sí, vive en el circo también, pero nació con espina bífida. Se la pasa en silla de ruedas pero es de gran ayuda con las cuentas.
Alexander se recostó en la alfombra persa del suelo de la habitación de Amelia, seguido de eso, ella también se recostó con él. Él le indicó que recargara la cabeza en su brazo, y al tenerla aún más cerca, Alexander movió un mechón de cabello del rostro de Amelia; sujetó su mentón y guío su rostro para que ambos se encontraran.
—Sé que es difícil confiar un extraño.— Susurró Alexander. —Pero no puedo dejar de desear que seas mi novia. Aunque eso signifique detener mis pensamientos sobre el futuro.— Volteó la mirada, le daba miedo ver la reacción de Amelia ante la confesión que le acababa de hacer.
"La sociedad de damas del crisantemo blanco", "La pasantía doctoral en Penn". Eran dos pensamientos que rondaban en la mente de Amelia, exigían a gritos ser atendidos.
"Todo lo que has deseado", pero ¿Sería tan malo desear también que Alexander fuese su novio? ¿Cómo podría darle la atención a una relación con alguien que solo estaría un mes en la ciudad? Quizá sea benéfico, más distancia equivale a más tiempo personal.
"Solo hasta que las cosas escalen." "¿Escalar en qué sentido?" "Amelia estás loca, tu padre te mataría si sabe que tienes una relación con un cirquero."
Pero ahí estaban ese par de ojos azules, mirando al vacío expectantes de una respuesta. —Creo que yo también quiero lo mismo.— Respondió también en un murmullo; Alexander volvió a verla rápidamente. —Pero necesito saber ¿Cómo lo vamos a hacer?— Amelia se levantó para sentarse y Alexander se incorporó frente a ella.
—Bueno... yo estaré aquí un mes, seguido a eso, me iré a Atlantic City.— Respondió con cierto nerviosismo, como si lo que estuviese diciendo fuera una mala noticia.
—De acuerdo, te haré una pregunta más específica: ¿En qué estados viaja el Circo Ferretti?
—Bien... viajamos en el noreste; Maine, New Hampshire, Vermont, Massachusetts, New York, Connecticut... De hecho, Pennsylvania y New Jersey es lo más al sur que viajamos.
—Algunos estados me quedan lejos, pero creo que está bien para poder visitarte. — Reparó Amelia, haciendo cuentas de las millas que tendría que viajar alguno de los dos si uno estaba en Maine y otro en Pennsylvania. Un aproximado de 10 horas en auto. Muy distinto a sus "20 minutos de distancia" en Philadelphia.
—Mi turno, ¿Cuántas horas puedo verte estando aquí?
—Permíteme ver mi horario. —Amelia buscó un documento en su teléfono. —Es un trabajo de tiempo completo, solo descanso los domingos pero no salgo tarde, para las 5 de la tarde estoy libre, pero si no quiero llevarme trabajo a casa, a las 7 puedo terminar todo en el campus. ¡Oh! Y entro a las 9, podría ir a verte para desayunar juntos.— La sugerencia de Amelia marcó nuevamente los hoyuelos en Alexander.
—¿Crees poder visitarme los domingos? ¿Cuánto dura tu pasantía?
—Creo que puedo visitarte los domingos si estás en una ciudad que no exceda las 4 horas de manejo; y la pasantía dura seis años.— Al mencionar esto, Alexander casi se atraganta con los bocados de carne.
—¡¿Seis años?! ¿Qué metas tienes para necesitar estudiar algo por seis años?— Alexander pensó en lo que preguntó después de decirlo.
—Bueno... en realidad no sé en qué voy a trabajar, creo que seré investigadora como mis padres, eventualmente profesora en posgrados.
—Debe gustarte demasiado... —Alexander removió el puré mientras hablaba. —Entiendo lo que es dedicarle una vida entera a algo que amas.— Dejó de juguetear con la comida.
—Bueno, me gusta, pero no diría exactamente que lo amo. — Amelia le obsequió una pícara sonrisa a Alexander y fue a su armario a sacar un estuche grande. —Esto es lo que diría que amo. — Alexander sonrió tranquilo al ver un violín dentro del estuche, la calidad era fantástica.
—Amelia, este violín es hermoso.— Alexander lo sostuvo con delicadeza.
—Es un Edgar Russ, fue el obsequio de mis abuelos cuando terminé el bachillerato.
—¿Podrías tocar algo para mi?— Él le entregó suavemente el violín y se acomodó recargando sus brazos en el suelo para apreciarla mejor.
Amelia sostuvo el arco del violín. —Esta canción es "aires gitanos", de Pablo Sarasate. Te la dedico. — Y ella comenzó la sonata.
Los ojos de Alexander brillaban al ver que Amelia daba un espectáculo para él, como él lo hizo para ella. "Una forma de hacer el amor" pensó; pero muchas otras ideas saltaban en su cabeza.
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El espectacular circo Ferretti
RomansaAmelia Lancaster es una joven y prometedora investigadora en el campo de la neuropsicología, la cual está a punto de obtener la pasantía de su vida en la Universidad de Pennsylvania si logra impresionar al consejo académico durante la jornada de inv...