09. Canción

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—No quiero

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—No quiero.

La cena había llegado, toda la tarde se la había pasado dibujando y jugando en su cuarto con la tía Emma y Takemichi mientras el tío Draken hablaba con los adultos.

Incluso había comido en el cuarto del pequeño, cosa que le agrado, pero ahora debía cenar en familia y lo odiaba.

Pico con asco el pequeño tomate y frunció su ceño.

—Gatito, te lo doy— habló con alegría, comando con sus pequeñas manos el tomate para ponerlo en el plato de Kokonoi.

El mencionado tomó su plato y lo levantó, tampoco era fan del tomate, ni de los hongos, mucho menos de la lechuga, ¿Quién carajos había decidido que una ensalada era buena cena? Debía matar a ese imbecil.

—No, que asco, no me gustan.

—Pero a mi tampoco me gustaba— se quejó el pequeño, poniéndose de pie en su silla para intentar alcanzar el plato de Kokonoi —Y tú eres grande, debes comer más— insistió, poniéndose de puntitas y recargándose en Kokonoi para no caer.

—Dile que no, yo no lo quiero. Es más, ten mis tomates— en un rápido movimiento, Kokonoi puso los pequeños tomates en el plato de Izana haciendo que el pequeño inflara sus mejillas.

—¡No me gustan!— se quejó el infante, logrando poner sus tomates en el plato de Kokonoi —Y estos son para ti— agregó, dejando los demás tomates en el plato de su papá.

Takemichi, que estaba sentado frente a Izana, solo sonrió nervioso.

—Ustedes dos, comportense— ordenó Manjiro, dirigiéndose a Izana y Kokonoi.

El pequeño moreno infló sus mejillas molesto, se inclinó hacia el plato de su papá y noto que el mayor tenía fruta en lugar de verdura, sonrió ampliamente y miró a su padre.

—Yo quiero, te lo cambio— pidió el infante, empujando su plato hacia su padre y abriendo su boca para ser alimentado.

Manjiro arqueo su ceja, dispuesto a empujar al niño para que se siente en su lugar, pero la penetrante mirada azulada parecía gritarle que alimentará al pequeño y, por alguna extraña razón, obedeció.

Izana estaba feliz de que su padre le diera de comer, saboreaba el dulce kiwwi junto a la fresa y el plátano, era mucho mejor que una insípida ensalada de tomate.

—Entonces, señorita Sano— habló Kokonoi, aclarando su garganta para volver a fingir ser alguien serio, sus mejillas se tiñeron de un sutil rojo y sus labios forman una sonrisa nerviosa —¿Inui no vendrá?

Emma sonrió divertida, dirigiendo su mirada a su hermano, como si estuviera a punto de planear algo.

—Si, de hecho…Inui necesita un descanso, trabaja con Kenchin en la tienda de motos día y noche, así que decidí darle vacaciones— explicó la rubia, dándole un pequeño bocado al tomate se su ensalada —Pensaba en que se quedara aquí, Manjiro debe necesitarlo para algo, ¿no?— agregó, con una enorme sonrisa.

Cuidando de un yakusa  [MiTake] ✅️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora