26. Cortejo

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—¿Quieres dejar de hacer eso?

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—¿Quieres dejar de hacer eso?

Su tono era molesto, ¿Cómo no estarlo? Manjiro seguía dejando un billete de 100 dólares en la mesa de noche en forma de rosa, era un gesto lindo pero extraño. Dicha rosa estaba en el escritorio del falso albino, dejada ahí por Takemitchy que recién se había despertado, había pasado una semana y se sentía mejor, aún no podía volver a sus labores normales pero mínimo lo dejaban levantarse de la cama y eso era un gran paso.

Manjiro, que estaba escribiendo algo en su portátil, miró la rosa y frunció su ceño.

—Dijiste que querías cosas sencillas.

—¿En qué planeta 100 dólares son algo sencillo?— se quejó Takemitchy, cruzándose de brazos —Además, no le veo el sentido de querer cortejarme, no soy un pájaro o algo así, es raro, basta.

—Izana quiere que seas su mamá, y le prometí que haría lo que fuera para que aceptaras— insistió Manjiro, poniéndose de pie para acercarse a Takemichi y tomarlo de la cintura —Sólo tienes que decir que si, ya no me hablas de usted, es un avance, solo te falta aceptar ser mi esposo y listo, todo solucionado.

Takemichi sonrió con amabilidad y acarició el rostro de Manjiro, acercándose lentamente a los labios del falso albino.

—Manjiro~

—Dime.

Ambos se quedaron unos segundos así, cerca el uno del otro, sintiendo sus respiraciones chocar.

—Si no me sueltas, te golpearé las bolas— amenazó Takemichi, susurrando con dulzura.

Manjiro lo soltó sin pensarlo, no iba a arriesgarse, solo un suspiro y sacó su billetera, buscando algo en ella.

—Si te atreves a darme otro billete de 100…

—Era de 500— interrumpió Manjro, en tono burlón, notando el enojo de Takemichi; sacó una pequeña hoja blanca doblada y se la extendió al azabache.

Takemichi la tomó con duda y la desdobló, mirando un bonito dibujo de Izana.

El dibujo era sencillo, Manjiro, Izana y Takemichi junto a la casa, con un enorme sol sonriente, solo que había algo raro y era una enorme panza que Takemichi cargaba; Hanagaki arqueo su ceja dudoso y miró al hombre.

—¿Por qué estoy tan gordo?

—No se, Izana dijo algo de querer hermanitos, ni idea de dónde lo sacó— mintió con descaro, manteniendo esa sonrisa en sus labios.

Takemichi suspiró resignado y le regreso el dibujo a Manjiro, caminó un poco y tomó asiento en la silla frente al escritorio, mirando cada detalle, notando una antigua foto donde salía Emma junto a dos chicos, la tomó con cuidado y observó a Manjiro.

—El pelinegro es Shinichiro, el rubio soy yo— explicó con rapidez, al notar la curiosidad de Takemichi.

—¿Por qué te pintas el pelo? Es lindo rubio.

Cuidando de un yakusa  [MiTake] ✅️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora