Capítulo 5: Bandera Blanca

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Trabajar todo el día hasta la noche tratando de dar forma a su idea no era lo peor. Pero tener a Castiel pegado a él como un maldito chicle en su zapato, que no importa cuánto lo raspes, nunca sale, eso era agotador.

 

Lo que más molestaba a Dean era que el tipo lo sabía todo. Y cada vez que lo corregía sobre algún tema técnico o histórico, Dean tenía que googlear para asegurarse de que estaba en lo cierto. Y el molesto mayordomo siempre terminaba teniendo razón. Dean realmente no podía soportar su media sonrisa altiva y su mirada satisfecha. Tenían dos días antes de ir a hacer trabajo de campo, como lo llamaba Castiel. Iban a visitar un jardín de infantes y Dean no sabía cómo tratar a los niños.

 

Sintió cierto alivio al saber que el mayordomo estaría allí, pero solo porque no quería encontrarse solo en medio de tantos pequeños que seguramente lo mirarían con esos ojos grandes e inocentes. Dean sólo sabía cómo hablar e interactuar con un solo niño, y esa era su hermosa sobrina. Tan inteligente como su tío. 

 

Castiel vio a Dean sonreír de la nada y frunció el ceño. Había tenido que despertarlo unas siete veces ese día.

Sin embargo, tenía que aceptar el hecho de que el tarado era persistente y trabajador. Realmente estaba decidido a demostrarles a todos que no era solo un idiota, sino un idiota con un objetivo. Después de observarlo, Castiel había llegado a la conclusión de que el mayor problema de Dean era su arrogancia y sentido de omnipotencia, tal vez un mecanismo de defensa que nació después del accidente aéreo que se cobró la vida de sus padres cuando aún era un niño y su hermano un bebé. Nadie hablaba de eso en la mansión, pero el señor Henry Winchester había sido muy enfático al señalar esa pérdida el día que lo contrató. También le pidió que tratara de no mencionarlo. Castiel no podía entender a veces las ganas de querer ocultar este tipo de cosas en la familia. Si algo le había enseñado la vida era que expresar el dolor con palabras hacía que doliera menos.

 

—¿Quieres un poco de té o...? —Castiel suspiró hondo mientras se ponía de pie y estiraba los brazos. Los ojos de Dean vagaban alrededor de la silueta perfecta del mayordomo.

 

—¿Tal vez una cerveza? —Dean se aclaró la garganta, su mirada estaba en los papeles de nuevo. 

 

—¿Alcohol? No es una buena idea; tendrás más sueño —Castiel cruzó los brazos sobre su pecho.

 

—¿Quién es el joven maestro aquí? —Dean lo miró fijamente con una cara atrevida.

 

El mayordomo puso los ojos en blanco y se alejó.

Dean respiró hondo y frunció el ceño, confundido. Resopló y sacudió la cabeza pensando que estaba perfectamente bien mirar a Castiel así. El tipo era ridículamente guapo, y probablemente llamaba la atención de todos después de todo. No era gran cosa Dean se sentía arrastrado a echarle un vistazo de vez en cuando. No era un problema en absoluto.

 

De repente, Dean recordó a Lisa. La idea surgió de la nada. ¿Y si ese tipo en la cafetería era solo un amigo?

 

Dean sintió una pizca de esperanza en su corazón de nuevo. La idea de mostrarle que él podía ser el hombre que ella necesitaba, el exitoso, el fuerte CEO, de alguna manera lo llevó a la luz al final del túnel.

Mala Educación COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora