Capítulo 4: Nuevas Ideas

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Castiel condujo a Dean hacia la sede corporativa. De vez en cuando, Castiel echaba un vistazo al joven Maestro. Dean miraba pensativo por la ventana, en silencio.

Llegaron a tiempo. Castiel salió del auto y se colocó elegantemente junto a la puerta de Dean mientras la abría, dejando salir al magnífico nuevo CEO.

Hicieron una gran entrada. Todos los ojos estaban puestos en el director ejecutivo Winchester y su mayordomo, el Sr. Novak.

Los ascensores estaban justo en frente de ellos, pero de repente alguien les bloqueó el camino con una sonrisa falsa en su rostro.

—¡Dean! No sabía que estarías hoy. —El tipo arqueó una ceja mientras miraba a Castiel. Era de mediana edad con cabello negro y ojos marrones.

—Albert, qué gusto verte. —Ahora era Dean quien estaba fingiendo su sonrisa.

—Bueno, a buena hora. Tenemos una reunión importante con la junta. Hablaremos de nuevos proyectos. Estoy seguro de que tienes un par de ideas para compartir con nosotros —dijo Albert, disfrutando de la reacción en el rostro de Dean.

El joven director ejecutivo entrecerró los ojos en silencio. Castiel lo miró por el rabillo del ojo. Dean resopló y, con la sonrisa aún en su rostro, respondió:

—Te veré allí, Albert.

El tipo solo sonrió una vez más y se rió por lo bajo antes de decir:

—Por supuesto. —Y sin más, se alejó.

Dean se dio la vuelta con ira en los ojos.

—Qué idiota— susurró mientras Castiel lo seguía, con los brazos detrás de la espalda.

Llegaron a la oficina de Dean, y luego de pedirle un café a su secretaria, cerraron la puerta detrás de ellos.

Dean caminó hacia la enorme ventana de su hermosa oficina. Los ojos de Castiel se movían por todas partes con asombro.

—No fue un buen día para empezar a venir a trabajar— murmuró Dean. Castiel notó preocupación en su voz.

Acercándose lentamente a él el mayordomo comentó:

—Al contrario. Hoy es el día perfecto para comenzar tu nueva vida.

Dean volvió su rostro hacia él y frunció el ceño, molesto.

—¿Qué sabes tú?

Castiel cruzó los brazos sobre su pecho con una mirada atrevida.

—¿Sobre aquella morena de la cafetería? Nada. Pero sobre comenzar una nueva vida, sé mucho.

Dean rió. Se mordió el labio inferior mientras ponía ambas manos en sus caderas, y con una mirada desafiante, le advirtió:

—No te metas en mis asuntos.

Castiel arqueó una ceja e inclinó la cabeza.

—Lo siento, pero meterme en sus asuntos es mi trabajo, señor.

Dean exhaló con fuerza y ​​se acercó a Castiel amenazante. El mayordomo no movió un músculo.

Mala Educación COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora