Capítulo 2: "Un Mayordomo Que Dean No Puede Despedir."

194 36 26
                                    

—¿Por qué no puedes simplemente portarte bien un día? —Henry Winchester gritó indignado, parándose frente a su nieto en la sala de su mansión.

 

—Realmente no necesito este sermón en este momento —se quejó Dean, mirando hacia otro lado.

 

—Y yo realmente no necesito esta mala prensa en este momento, hijo.

 

—Está bien, lo entiendo. No te preocupes, regresaré a Europa esta noche —estalló Dean, mientras giraba y se alejaba, cerrando la puerta ruidosamente detrás de él.

 

Henry suspiró profundamente y se sentó en su sofá con lágrimas en los ojos. 

—¿Qué estoy haciendo mal con él? —susurró.

 

------------

Castiel se quedó mirando la elegante entrada a la mansión Winchester y resopló. 

—Tienen puestos de guardia de seguridad… —observó. Así que caminó alrededor del enorme lugar hasta que encontró la manera de saltar sobre la pared. Una vez dentro, un par de guardias se percataron de él.

 

—¡Intruso! ¡Detente ahí mismo! —le gritaron y corrieron tras él.

 

Pero Castiel fue demasiado rápido y estuvo fuera de la vista de los guardias en un abrir y cerrar de ojos.

 

Mientras maldecía a los ricachones y sus enormes casas con enormes jardines, Castiel logró escabullirse entre los arbustos. Por mucho que corriera y corriera, la mansión siempre parecía estar a la misma distancia: demasiado lejos.

 

De repente, vislumbró al jardinero podando una de las plantas. Se acercó a él con cuidado.

 

—¡Oye, viejo! —Castiel lo llamó. El jardinero se dio la vuelta para verlo, pero a pesar de que vestía jeans y una camiseta con un sombrero de paja, el jardinero no era más que el mismísimo Sr. Henry Winchester disfrutando de su hobbie.

—¿Viejo ? —Henry repitió mientras entrecerraba los ojos—. ¿Quién eres, hijo?"

 

—Mi nombre es Castiel Novak, y necesito hablar con el pequeño bastardo llamado Dean Winchester —se apresuró Castiel, dándose la vuelta, para comprobar que no hubiese ningún guardia de seguridad.

 

—¿Pequeño bastardo? —Henry frunció el ceño, aún confundido, pero luego recordó quién era Castiel Novak, y se enderezó mientras miraba, divertido, al joven frente a él.

 

—¡Sí! ¡Ese Dean Winchester! Compró mi casa y va a construir uno de esos centros comerciales, ¡solo porque lo denuncié por destrozar mi motocicleta y golpearme en la calle! —El rostro de Castiel se sonrojó de ira.

 

—Oh, él hizo eso, sí… —añadió Henry.

 

—Está claro que nunca nadie le ha puesto límites en su vida. ¡Ojalá tuviera un mes con ese idiota, lo convertiría en un verdadero ser humano! —Castiel estalló.

Mala Educación COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora