1 - Conoce al diablo

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Las puertas de la lujosa mansión Winchester se abrieron, revelando la gran limusina del heredero del imperio de shoppings más lucrativo del continente: el apuesto, famoso y codiciado soltero Dean Winchester. Recién llegado de Europa, el joven magnate había regresado a casa a pedido de su abuelo, Henry.

Cuando Dean salió de la limusina, un mayordomo joven y tembloroso se le acercó para abrir la puerta. Dean le dirigió una mirada extraña mientras miraba al pobre tipo. 

—¿Eres mi nuevo mayordomo? —preguntó, arqueando una ceja con hastío.

El mayordomo asintió. 

—Sí, señor. Bienvenido. —Su voz se quebró un poco debido al trastabilleo de su lengua.

Dean murmuró y caminó hacia la entrada de la mansión. Todo en él gritaba elegancia y buen gusto. Llevaba un hermoso traje bordó de un exclusivo sastre francés que delineaba su figura exquisitamente. 

El heredero hizo una magnífica entrada en el salón principal. Un número considerable de sirvientes se alinearon en el salón, de pie en perfecta formación, y lo saludaron con una respetuosa reverencia. 

Cuando Dean llegó al final del pasillo, el jefe de mayordomos, el señor Bobby Singer, lo estaba esperando.

—Bienvenido, Sr. Winchester. Su abuelo lo está aguardando en el salón de té.

Dean resopló:

—Ni siquiera he tenido tiempo de lavarme la cara, pero bueno… —murmuró de mal humor mientras caminaba por el pasillo y abría una elegante puerta dorada.

El lugar era hermoso. Las paredes eran todas de vidrio y revelaban un precioso invernadero. Había una mesa con algunos bancos alrededor, y el aroma de los rosales llenaba el lugar. Era perfecto para disfrutar de la naturaleza en días fríos o lluviosos.

Dean amaba ese lugar; le traía cálidos recuerdos de su infancia de cuando jugaba al escondite con su hermano menor, Sam.

—¿Pensaste en mi oferta? —Una vieja voz sonó cerca de él.

Dean volvió la cabeza hacia su abuelo. Estaba sentado en el pequeño mirador.

Con un suspiro hondo, Dean se sentó frente a él. 

—Lo hice, y la respuesta es no.

—Vamos, hijo. ¿Qué vas a hacer con tu vida? —preguntó el anciano con preocupación en su voz.

—No sé, tengo que encontrarme a mí mismo. —Dean cruzó las piernas y se reclinó en su silla.

—Tu hermano ya está casado, tiene una hija y es socio de su bufete de abogados...

Dean puso los ojos en blanco ante la aburrida situación. 

—Y me alegro por él, de verdad...

—Lo que quiero decir es que él sabía lo que quería y fue por ello...

—No quiero compañía, abuelo, y no soy mi hermano. —Dean se puso de pie, muy molesto—: Estoy cansado de tratar de hacerte entender.

Mala Educación COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora