5.

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La sospecha de que Yuuji pudo haberse dado cuenta de lo que había hecho justo al lado de su puerta, no deja de rondar por su mente. O tal vez, era eso lo que quería, quizás lo había hecho a propósito, quizás...

No.

Yuuji jamás haría algo así.


Por suerte, hoy no se ha encontrado con él a la hora del desayuno, por lo que pudo respirar un poco más tranquilo, al no tener que contenerse y desviar sus pensamientos cada vez que sus miradas chocaran.

No mentirá diciendo que no se siente -de alguna forma extraña- 'liberado', al haberse tocado al mismo tiempo en que su hermano lo hizo. Hay un alivio recorriendo cada parte de su cuerpo, y realmente no desea hacerlo, pero puede imaginar cómo podría sentirse si llegara a hacer algo más íntimo con Yuuji, algo que conlleve un contacto directo de piel con piel.


Las clases en la universidad transcurren con total normalidad, y para su sorpresa, puede enfocar la mayor parte de su atención en ellas, a pesar de que Yuuji aún ocupa el resto de sus pensamientos.

Las doce fotos se mantienen sin ser observadas en su celular, y tal vez sea lo mejor. Tal vez deba borrarlas y dejar el asunto en paz; o, quizás debería dejarse caer en la tentación por una última vez. Ya han sido varias las distintas posiciones en las que ha visto a Yuuji ser follado, y el sólo imaginarse las siguientes fotografías, no es suficiente.



A pesar de estar despierto desde hace varias horas, no se ha atrevido a levantarse de la cama ni una sola vez, pues su ánimo no ha cambiado desde que despertó, manteniéndose desganado y fastidiado. Además, el hecho de que tuviera planeado pasar el resto de la tarde con Sukuna, ya que el día de hoy sus clases se habían suspendido, pero que éste no le diera tiempo de decírselo por lo cortante y grosero que fue en la madrugada, lo entristeció un poco más.


Sin Satoru presente, y con la actitud insoportable y cambiante de su hermano mayor, no se ha sentido muy bien en estos días. Sin embargo, no es cómo si pasar horas refugiado sobre sus sábanas tibias, le ayudara en algo con su sentimiento de malestar.


De un salto, sale de entre las frazadas, y se apresura en ir a hacia la cocina. Está seguro que un delicioso plato de comida mejorará cualquier situación complicada.

Rápidamente, coloca una olla grande llena de agua en el fuego, y se apresura en sacar la carne del refrigerador. Tan pronto como el agua hierve, vacía toda la bolsa de fideos dentro y termina de armar las bolitas de carne para el aderezo.

Toma el cucharón de madera y mueve la salsa roja, añadiendo de a pocos, las albóndigas recién hechas, y vuelve a remover mientras tatarea una de sus canciones favoritas.


Son casi la 1:20 p.m., por lo que Sukuna no debe tardar demasiado en regresar de la universidad.

Aunque está cansado, aburrido e irritado por el comportamiento de su hermano, y el propio también, de un extraño modo, ahora mismo no le importa; planea arreglar todo con un rico almuerzo y realmente espera lograrlo, no quiere que su relación fraternal empeore aún más.

Con esmero, sirve ambos platos y los acomoda sobre la mesa de la cocina, y junto a ellos, coloca dos latas de soda que desde hace tiempo ninguno de los dos ha vuelto a tomar.

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