Atrapada en una casa de locos [Cissamione]

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Hermione se despertó antes de que saliera el sol y escondió la almohada y la manta en el armario como había acordado con Narcissa. Era hora de que regresara a escondidas a los sótanos para que nadie se enterara de que tenía un alojamiento mucho más cómodo de lo que querían que tuviera. Caminó de puntillas hacia la puerta, pero se detuvo cuando pasó junto a la cama en la que dormía la bruja rubia.

Voldemort había estado residiendo en la mansión durante casi una semana, pero ella no lo había visto desde el día que llegó. Según Narcissa, estaba mayormente ocupado repartiendo pedidos e investigando en su búsqueda de un artículo perdido hace mucho tiempo que se negó a nombrar. De vez en cuando se iba pero siempre volvía con las manos vacías y de mal humor. Por lo tanto, Narcissa había buscado refugio en sus aposentos privados una vez más.

Incluso Hermione se había quedado sola, ya que todo el mundo estaba demasiado ocupado cazando hijos de muggles y el indeseable número uno que todavía estaba huyendo con su mejor amigo pelirrojo. Entonces, aparte de sus tareas diarias para mantener limpia la Mansión, Hermione a menudo se encontraba en compañía de Narcissa, donde la bruja rubia se enfocaba en curar la mente fracturada de Gryffindor hasta el punto en que Hermione podía dormir sin ser atormentada por terribles pesadillas una vez más.

Por supuesto, Hermione aún no estaba fuera de peligro. Cualquier cosa podría desencadenar un ataque de ansiedad o una nueva pesadilla. Ruidos fuertes, encuentros inesperados con Bellatrix, pero sobre todo el salón donde la bruja había sido torturada sin piedad. Narcissa le aseguró que solo podría curarse por completo una vez que estuviera fuera de este lugar, pero por ahora todo lo que podían hacer era reparar las piezas día tras día.

Hermione miró a la bruja durmiente y no pudo resistir la sonrisa que se formaba en su rostro. Le debía a Narcissa su vida y mucho más. No por primera vez, la morena de Gryffindor se dio cuenta de lo increíblemente hermosa que era Narcissa a pesar de que sus sonrisas genuinas disminuían cada día. Oh, cómo había juzgado mal a la mujer que había sacrificado gran parte de su vida en su búsqueda silenciosa de la igualdad. No solo por amor a su hijo, sino también por amor a una chica muggle que ya ni siquiera la miraba a los ojos.

Antes de que Hermione pudiera detenerse, extendió la mano y trazó suavemente las suaves líneas de la mandíbula de Narcissa. Los párpados de la bruja revolotearon pero permaneció profundamente dormida y Hermione retiró la mano antes de despertarla. Narcissa también había estado durmiendo mejor ahora que Hermione ya no interrumpía sus noches con chillidos y gritos. La bruja le había ofrecido dormir en su cama para poder calmar sus terrores, pero Hermione se había negado. Últimamente le resultaba difícil estar cerca de la bruja sin ahogarse en una ráfaga de emociones extrañas, y mucho menos compartir la cama con ella.

Con cuidado, Hermione abrió la puerta y se deslizó hacia el pasillo después de mirar si la costa estaba despejada. Cerró lo más silenciosamente posible detrás de ella y desapareció por la entrada del pasillo más cercano, sin darse cuenta de cómo Narcissa había abierto los ojos en el momento en que Hermione salió de la habitación. La bruja rubia se tocó la mejilla donde las yemas de los dedos de Hermione habían acariciado su piel momentos antes y suspiró. Esto complicaría las cosas.

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Hermione se estremeció pero permaneció sentada en el banco de los jardines. Hacía frío afuera, y estaba descalza y vestida con ropa fina que colgaba holgadamente alrededor de su cuerpo flaco. Agarró el espejo mágico en sus manos y escuchó atentamente hasta que escuchó suavemente el reloj en el pasillo de la mansión Malfoy sonar. Sus amigos le habían dicho que estuviera lista alrededor de las 2 de la tarde porque alguien quería hablar con ella.

"Juro solemnemente que no estoy tramando nada bueno", susurró Hermione y su aliento formó una pequeña nube en el aire helado.

"Hola Hermione".