EPILOGO

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—¡Por favor no corran! —grité.

¿Mis hijos hicieron caso a mi protesta? Por supuesto que no.
London y Stella corrieron como caballos desbocados, entre ambos se golpeaban con espadas láser de star wars, regalo Por parte de Sammy, consintiendo a sus sobrinos.

—Fue un error a que Sammy les regalara eso —apareció mi esposa detrás de mi—. Dejarán de jugar hasta que se cansén o hasta que uno resulte lesionado y tenga que llorar.

Ambos contemplamos a nuestros gemelos correr por el patio trasero, Stella golpeó a su hermano en la cabeza con la espada pero London no se quedó atrás, le regresó el golpe justo en el brazo. ¿Ambos lloraron? No, aún no.

—Seguro que el primero en llorar será London —murmuré—. Stella suele ser...

Me detuve al ver cómo London caía de espalda gracias a que su hermana gemela lo empujó dándole un gran golpe en el pecho.

—Abusiva... —terminó Serena por mi.

Asentí cuando London se puso en pie furioso y con lágrimas por sus mejillas.

—¡Ya no quiero jugar contigo! —arrojó la espada en el jardín y paso a lado de nosotros hecho una furia sensible.

—¡Solo es un juego LonLon! —gritó su hermana—. ¡Lo siento!

Serena y yo nos miramos para después dirigirnos hacia Stella.

—¿Que te hemos dicho de jugar tan brusco con tu hermano? —habló mi esposa—. Sabes que London es sensible en todo.

—No es mi culpa que sea sensible.

—Oye mujer —señalé alzando una ceja—. No todos están acostumbrados a tu energía Stella.

Nuestra hija bajó la mirada.

—Lo siento. No fue mi intención.

—Ambos estaban jugando de una manera fuerte y agresiva, saben perfectamente que no puede jugar de esa manera. Alguno de ustedes puede salir herido, y molesto claro —Serena se puso en cuclillas y colocó sus manos en los hombros de nuestra hija—. Se que amas jugar con tu hermano pero recuerda que London no está acostumbrado a ese tipo de comportamiento agresivo. Ambos tienen la culpa, vale. Así que ve a su habitación y pídele que me ayuden con el huerto ¿de acuerdo?

Inmediatamente asintió y salió corriendo rumbo a las habitaciones.
Me crucé de brazos, a mi hermosa esposa siempre se le da a la perfección mantener la calma entre nuestros hijos. Los ha cuidado y protegido.
De Darla qué ahora tiene ocho años, una niña lista, que le encanta aprender medicina y su sueño es convertirse en un gran medico como su padre.
De los Gemelos quienes tiene sus seis años y están explorando el mundo del instituto primario. En tan sólo unos meses Stella ha demostrado que es una Hermana protectora, ayuda a su hermano London a siempre hacer amigos cuando nuestro pequeño no le gusta socializar. Es Tímido, pero su atención se está desviando por hacer barcos en botellas.
Teníamos aún pequeño más, su nombre es Kenji, en honor al padre de Serena. Kenji tan sólo tiene dos años, ha sido complicado todo, desde su nacimiento hasta ahora.

Resulta que Serena había tenido un par de complicaciones durante el embarazo. Había tenido un intento de aborto a los cuatro meses, eso nos alertó a todos cuando presentó los dolores y las manchas de sangre. Corrimos de forma inmediata al hospital y se nos hizo saber que Serena había estado presenciando los primero síntomas de un aborto así que el resto de los meses fuimos cautelosos. Mantuve a mi esposa en observación todo el tiempo, no le permití hacer esfuerzo, realmente nadie se lo permitía. Mis padres y la madre de Serena se hacían cargo de cuidar de los niños, a veces yo llegaba antes del trabajo y me ocupaba del aseo y comida de la casa. Todos esos meses fueron una tortura hasta que llegó a los ocho meses.
Resulta que ahora estaba entrando en labor de parto a los ocho meses, así que Kenji nació prematuro, y no sólo eso, sino que también con problemas respiratorios. Sus pulmones no se habían ejercido correctamente y estaban fallando así que durante tres largos meses Kenji estuvo en observación y en encubadora.
Ver a Serena llorar cada noche por no tener a nuestro hijo en brazos fue doloroso de presenciar.

Mi idea era tener los hijos que Serena hubiera deseado pero desde que Kenji se recupero poco a poco y sus pulmones se hicieron fuertes, mi esposa se dio por vencida con el tema de los hijos. Mencionó que Kenji sería el último pues tenía miedo de que la historia se repitiera de nuevo.
Respeté su decisión de ya no tener hijos, éramos felices estando los seis juntos.

—¿Quires ayudar? —me preguntó—. Darla esta en el huerto ahora mismo, y seguramente los gemelos solo estarán ahí para jugar con la tierra y comerse los primeros frutos, me vendría bien un poco de ayuda.

Sonreí.

—Bien, te ayudaré.

La tomé en mis brazos dejando caer mis labios a los suyos, me correspondido moviendo sus labios al ritmo de los míos y poco a poco abrir más su boca para dejar meter mi lengua y así dejar que esa pasión nos consumiera. Pero los gritos de los niños al bajar las escaleras además del llanto de Kenji, nos hizo romper la burbuja que mi esposa y yo estábamos a punto de sumergirnos.

—El deber llama —me dio un beso corto en los labios y fue por nuestro pequeño hijo.

Me hice cargo de llevar a los gemelos al huerto donde Darla nos esperaba regando las plantas y flores.

—Creí que nadie me iba ayudar —comentó mi hija—. ¿En donde está mamá?

—Fue por Kenji, ¿necesitas ayuda princesa?

—He regado todo, solo queda cortar las hojas secas y retirar la cosecha que ya está lista.

—¡Yo ayudaré!

—¡Y yo también!

En un intento por tomar algunas canasta, London y Stella terminaron peleando.

—Dejen de golpearse entre ustedes —apareció mi esposa con nuestro pequeño Kenji en sus brazos—. El próximo que salga llorando no tendrá de postre helado.

Y así con una pequeña amenazada proviniente de mi esposa, los gemelos dejaron de golpearse entre ellos y se comportaron como dos ángeles.
Negué.
Realmente admiraba demasiado la capacidad de autoridad de Serena.

Fue así que el resto de la tarde fui tan feliz conviviendo con la familia. Yo me quedé aún lado sosteniendo a Kenji mientras mi esposa e hijos se reían recogiendo la cosecha antes de llegar el invierno.
Kenji palmeo mi pecho, y al mirarlo me sonrió.
Realmente me hacia sentirme feliz teniendo a mi familia. La familia que tanto había deseado.

Quédate Conmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora