CAPITULO 15

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El dolor en mi vientre bajo dolió pero soporté, volví a suspirar con pesadez.
Las contracciones habían empezado desde hace unas horas pero según el doctor Fareed, mencionó que eso era normal, que solo debía calcular los tiempos, si el dolor ya era más fuerte y seguido entonces debía ir al hospital.
Pero ahora las contracciones están siendo cada veinte minutos y cada uno de esos era más fuerte que el anterior. No quería poner nervioso a Darien porque entre los dos, él era el más dramático y sobre protector, yo quería mantener la compostura entre los dos pero debo admitirlo que a veces me asustaba.
Cuando las contracciones empezaron en la madrugada, me aterré al sentir ese dolor pero al mirar a Darien durmiendo con tranquilidad sabía que debía mantener la compostura y aguantar hasta que se me sea posible.

—Oye nena, ¿no te molesta a que me haya adelantado un capítulo de tu serie coreana? —apareció Darien con una enorme sonrisa, la que se borró de forma inmediata al verme—. ¿Que ocurre?

Negué alzando mi mano.

—Estoy bien solo fue...

—¿Una contracción? —preguntó con el reflejo del pánico—. ¿Es fuerte? Creo que debemos ir al hospital

—Estoy bien —lo detuve—. Solo fue algo leve.

—Amor, soy médico...

—Pero no te especialisas en Obstetra.

—Aún así soy médico, y muchos dicen que deberías escuchar a tu médico más cercano. Así que te ordeno ir al hospital lo más pronto posible.

Me reí haciendo una mueca ante un pinchazo en mi parte baja.

—¿Lo ves? Se que solo pueden ser contracciones leves pero realmente no quiero que nada te pase —continuo tomando mi mano—. Dime la verdad cariño. ¿Desde hace cuanto has presentado las contracciones?

Suspiré. No quería mentirle a Darien así que me di por vencida.

—Desde la madruga, como a las cuatro o cinco. Empezó siendo sólo un dolor soportable pero en la última hora han sido un poco insoportables, hice el tiempo y están siendo cada veinte minutos.

Darien me miró con absoluta seriedad, ahora está en su modo doctor.

—¿Por qué no me has dicho nada?

—Por qué no quería preocuparte.

—¡Esto me preocupa aún más! —señaló—. Necesito ver que tan dilatada estas.

—Pero no es tu especialidad.

—Ya lo sé, pero no creas que no se nada de ese tema. Ahora quiero que subas a la habitación y te descubras para verte.

Hice una mueca en protesta.
Cinco minutos después Darien estaba tocando ahí abajo con toda tranquilidad y naturalidad del mundo.

—Estas dilatada, tienes aproximadamente cuatro de dilatación —me informó mientra se quitaba los guantes—. Tenemos que irnos al hospital.

—Yo.... Ah santa mierda....

Apreté con fuerza las sábanas a mi costado y quise acurrucarme de lado ante el dolor.
Este es peor que el último dolor.

—¿Estás bien?

Darien se acercó a mi con la preocupación escrita en su bonita cara.

—Se pasará, solo se pasará.

—Vístete, iré por las maletas y llamaré a Amy y Fareed.

Darien no esperó mi respuesta. Tomó mi maleta que descansaba desde hace días en la mesita, después corrió a la habitación de la bebé para tomar la otra maleta. Lo Escuché bajar las escaleras, abrir la puerta de la entrada.
Probablemente se estaba acercando la hora de conocer a mi hija, nuestra hija.
Volví a colocarme los calzoncillos de algodón, ponerme mi vestido y abrigo, como mis pies estaban hinchados decidí solo ponerme unas pantuflas. En menos de lo que esperaba Darien apareció con su celular sobre su oreja.

Quédate Conmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora