Prologo

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Pov

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Pov. Emily

Me abrazo a mí misma a medida en que camino por la nublada calle bajo la lluvia, no tengo idea de que hora era o si mi padre me ha estado marcando, ahora mismo eso no me interesa; no podía tomar sus llamadas, porque, si lo escuchaba hablarme de esa forma tan cariñosa como lo hace todos los días, me pondré a llorar y me arrepentiré una vez más. El agua choca contra mi rostro perdiéndose entre mis lágrimas, estropeando aún más mi maquillaje. El frio de la ciudad no me afecta, tal vez porque pienso en que, si ahora mismo moría de hipotermia, estaría bien, me ahorraría mucho dolor al tener que ver a mi padre al llegar a casa y mentirle una vez más con que todo estaba bien.

Intento pensar en qué momento todo esto empezó a comerme viva. ¿Tal vez cuando empecé a escaparme de casa por las noches? Pero que podía hacer, Troy me lo pedía, debía hacerlo o seria la burla de todos —aunque siempre terminaba siéndolo— para ellos todo eran ordenes; los tragos, las drogas, las horas de llegada y salida. Si Alana decía que estaba bien lo que su hermano me pedía, era porque estaba bien. ¿Pero porque yo no lo sentía de esa manera? Pasaba horas llorando y arrepintiéndome por cada cosa que hacía, por cada beso que me obligaban a dar o cuando por hablarle bien a otra persona que no era de nuestro grupo de amigos, me catalogaban como zorra. Si, pudo ser ahí cuando comencé a faltar a clases por quedarme durmiendo al intentar dejar que la vida pasara sola su curso.

No soy una mala persona, no soy una mala amiga, ni una mala hija y mucho menos una mala novia.

—¿¡por qué no puedes ser una buena amiga!?

Una lagrima cae de nuevo. La voz fría y de odio de Alana aparece en mi mente, todos sus reproches hacia mí, solo porque no le pude dar el dinero que necesitaba.

—Por dios Emily —Ríe, mirándome de los pies a la cabeza— ¿cómo puedes pensar que alguien más te va a amar? Solo mírate...

De nuevo, Troy, su voz me estaba volviendo loca. Mis gritos por la lluvia no se escuchan, parecía que entre más gritaba, más fuerte llovía.

Hace tanto tiempo deje de vivir, deje que ellos me guiaran. Desde que mis padres se separaron, el dolor empezó a aparecer. Yo crecí en un hogar lleno de amor, de atención. Era la princesa de papa, la niña de mamá, pero ahora... ahora no era nadie, vivía por vivir, dejando que cualquier cosa me tumbe; ellos se aprovecharon de mi vulnerabilidad para sacarme cosas, decirme como actuar y con quien estar... Ni siquiera podía hablar con mis primos, por qué eso era sinónimo de traición. Lo único que me reconforta, son las llamadas de mama antes de irme a dormir, contándome lo emocionada que esta por su trabajo, haciendo planes para cuando vaya a visitarla, luego estaba mi padre, tratándome como la reina de su vida; nunca me decía que no, me daba lo que deseaba, mas de una vez me dijo que si fuera por él, se quedaría a mi lado, sosteniéndome con sus abrazos, para sentir su amor por toda la vida... pero, siempre desechaba sus palabras antes de encerrarme en mi burbuja de dolor.

La casa de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora