Capitulo 8

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P.o.v Arthur

Solo una cosa hizo eco en mi cabeza durante todos estos días.

Emily Gallace.

Afrodita.

Luego de aquel momento donde yo decidí ayudarla, las cosas en mi mente se volvieron un caos. Tenía la ligera sospecha de que su llegada a mi ciudad iba más allá que un simple escape por la decisión tan apresurada que había tomado.

Estos días han pasado con mucha lentitud, he estado buscando la manera de acercarme a Emily, pero ni siquiera en las clases de ballet ha aparecido; compartíamos esta clase de idiomas juntos; pero ella siempre llegaba justo en el momento en el que el maestro pisaba el salón y se sentaba frente a él; lo más lejos posible de mí; es más, creo que ni siquiera se había percatado por mi presencia.

Emily había dejado de ser un tema de conversación e n la mesa del almuerzo, sabíamos la razón por la que Emily asistía a esta escuela; por lo menos mis hermanos y yo lo sabíamos y no decíamos una sola palabra de aquello. Pero era mitad de semana y seguía sin encontrarme a Emily; solo quería saber cómo estaba y si de alguna manera la podría ayudar; así solo fuera, haciéndole compañía.

Tenía la esperanza de que mañana Emily asistiera a las clases de ballet o que en estos días la viera por el pasillo. Con solo verla sería suficiente. Aunque no entendía cuál era la necesidad de ver a Emily, era extraño de explicar. Sí, he de admitir que Emily es una chica hermosa, de las niñas más lindas que he podido ver en la escuela, pero tal vez era el morbo por entender lo que pasaba con ella lo que me llamaba la atención. Emily no era mi tipo de chica.

O eso quiero creerme.

Que más daba, si Emily no iba a hablarme jamás.

—¿Está ocupado?

Mi cuerpo reacciono a aquella voz ronca, pero elegante, llena de cautela. Una voz ideal para una chica como ella.

El cuerpo delgado y definido de afrodita estaba frente a mí, sosteniendo unos libros contra su pecho. Sus ojos azules, esos ojos pertenecientes al mar, se clavan sobre mí y por primera vez noto sus mejillas bañadas en un rojo muy suave.

Bendita clase de idiomas. Bendecida sea Aria por hacerme inscribir en esta clase, gracias a los cielos por hacer que mi compañero de mesa se sentara en otro lugar, que la mesa de Emily se ocupó antes de tiempo y bendito sea yo por querer asistir el día de hoy. Deslice mi mano a la silla que estaba a mi costado, moviéndola un poco hacía atrás para que ella se siente a mí lado.

—Gracias.

Sus movimientos, al igual que sus palabras, eran delicados, como si pensara en cada paso que dar para verse mucho más de clase, su cabello castaño claro esta vez estaba en ondas, seguramente era su cabello natural, porque el olor a fresas y frutos secos, invade mis fosas nasales. Se mantenía derecha, apoyando sus brazos sobre la mesa, sin mirarme ni un solo segundo, solo cuando pregunto por el lugar a mí lado.

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