Tengo náuseas.
Estoy cansada.
Mi reflejo en el espejo me provoca lástima.
Mi mente no ayuda.
Llego a casa cansada y encuentro la puerta cerrada. No tengo llave.
Espero a que lleguen los demás y con lo que me encuentro son personas furiosas pidiéndome explicaciones que debo de pedir yo.
Estoy maldita sea cansada.
Estoy jodidamente desesperada.
Estoy tan inestable mentalmente que me puse a llorar en el transporte público.
Eso no está mal. Lo que está mal es buscar la causa de las lágrimas y no encontrarlas.
Lo que está mal es que un eco en tu mente te responda: ¿Qué de todo te duele?
Definitivamente la peor decisión que pude haber tomado fue guardarme todo.
Fue no haberme permitido llorar.
Porque ahora, a tantos años de haberme negado a hacerlo, no tengo idea de por qué, de todo, lloro.
Quiero detenerme.
Quiero que la lágrimas paren o que simplemente me ahoguen.
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Pensamientos insanos y recurrentes
RandomMucha porquería mental, tanto real como ficticia.