Gilbert recordaba claramente cuáles fueron las últimas palabras que le dedicó.
Aquellas eran, de alguna forma, las palabras que siempre quería haber dicho cuando estuviera a punto de morir. Su sueño desde niño había sido el ser renombrado, respetado, recordado, justo como los héroes de esas historias infantiles que su padre solía leerle hasta que se quedaba dormido. Aquella forma de actuar que tenían le parecía loable: protegiendo a la gente que más le importaba, sacrificando sus vidas por las de otros, gritando bien alto que no tenían miedo ni de la propia muerte. Muriendo al final, sí, pero muriendo de la manera más épica y asombrosa posible. Pensaba que, sin importar el qué, los verdaderos héroes eran orgullosos hasta el mismísimo fin, hasta los mismísimos extremos de sus inevitables consecuencias.
Justo como él mismo era. Y eso, eso, sólo podía ser el signo que le decía que debía morir ahí, en ese momento, protegiéndole.
Cogiendo la horca, la apoyó sobre su hombro y metió uno de sus cuchillos de caza en su bolsillo -por si acaso- antes de arrodillarse, poniendo la mano derecha sobre su hombro. Con su otra mano, dejó una navaja en la palma del chico antes de cerrar la mano sobre ella.
-Ludwig -le llamó por su nombre, mirando a sus aterrados ojos azul cielo. Él simplemente asintió, su cuerpo entero temblando y estremeciéndose, pero tratando a la par de no perder la compostura. Después de todo, aquello era lo que desde crío le había enseñado su hermano mayor, que jamás debía flaquear ni dejar al miedo sobreponerse a la razón-. Escúchame. Coge esto y huye de aquí, busca algún lugar en el que puedas esconderte. No hagas ruido y todo estará bien. Te lo prometo.
-Pe-pero, hermano, ¿qué pasará contigo? -preguntó con la voz rota. El mayor gruñó y se levantó de sopetón, dándole la espalda como respuesta.
- ¡Para de hacer preguntas y simplemente haz lo que te he dicho! -le ordenó con una dura y autoritaria voz, la que sabía que su hermano no se atrevería a contradecir. Pero entonces recordó que estaba a punto de hacer; así que, tras soltar un largo y profundo suspiro, volvió a mirarle, una vez más, una última vez a esos ojos del color de cielo, y añadió con una pequeña, cálida sonrisa- Tan sólo... Tan sólo hazle un último favor a tu hermano mayor, ¿de acuerdo? Es lo único que te pido. Sálvate tú, Lud.
El pequeño niño simplemente asintió, agarrando bien fuerte la navaja, tratando con todas sus fuerzas de contener las lágrimas, antes de darse la vuelta y salir corriendo de ahí a un lugar a salvo fuera de la casa.
Cuando desapareció de su vista, le cayó como un jarro de agua fría el darse cuenta de que ahora estaba solo, completamente solo. Abandonado ahí para morir, con toda certeza, en mitad del fuego y las ruinas y el caos. ¿Qué vida había sido la suya? ¿Qué había dejado tras de sí como herencia? Más aún, ¿qué debería pensar sobre sí mismo, sobre su propia experiencia en la vida? No había probado la cerveza bávara, no había aprendido a leer, no había encontrado una buena chica con la que casarse... Ni siquiera había tenido sexo, ¡por Dios!
- ¡Cálmate! -se ordenó a sí mismo cuando sintió las ganas de huir por un breve, estúpido momento. Aspiró y espiró un par de veces, poniendo sus pensamientos en orden.
Su nueva prioridad, dar su propia vida para salvar la de su hermano. Después de todo, su tenía que morir habiendo vivido una vida tan miserable e insignificante, al menos podría forjarse una asombrosa leyenda sobre su muerte.
Se empezó a mover por lo que solía ser el amplio granero, evitando las llamaradas que estaban comiéndose la madera y convirtiendo las balas de heno en cenizas. El aire se había espesado con el resultante humo negro, y estaba empezando a ser un reto el respirar en condiciones. Al principio no le importaba tanto, pero cuando empezó a tener un ataque de tos, se dio cuenta de que tal vez aquello era algo que tomarse en serio. Así que trató de levantar el cuello de su camisa hasta su nariz, pero la tela era demasiado fina para que se notara ningún tipo de diferencia. Tenía primeramente que hacer que todo ese humo saliera de la si no quería joder todo su genial plan de convertirse en la leyenda más célebre de la ciudad con una muerte tan patética. Dejó a su cuerpo descansar por un momento contra la pared, usando su propio brazo como un rudimentario filtro de aire mientras buscaba la puerta. Estúpidamente buscando una malditamente enorme y gigantesca puerta, pero el humo era tan denso y oscuro que no podía apenas ver mucho más allá de su propia nariz.
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Jäger [CANCELADO]
FanfictionEl cazador de monstruos Gilbert "Jäger" Beilschmidt tiene tan sólo un propósito en la vida: cumplir su venganza matando a Braginsky, el líder del Clan de Vampiros del Este que está aterrorizando toda Europa. Su camino a la venganza, sin embargo, dis...