Prólogo

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Cuenta la historia de un mago
Que un día en su bosque encantado lloró
Porque a pesar de su magia
No había podido encontrar el amor.

La luna, su única amiga
Le daba fuerzas para soportar
Todo el dolor que sentía
Por culpa de su tan larga soledad.

Es que él sabía muy bien que en su existir
Nunca debía salir de su destino
Si alguien te tiene que amar, ya lo sabrás
Solo tendrás que saber reconocerlo.

Fue en una tarde que el mago
Paseando en el bosque la vista cruzó
Con la más dulce mirada
Que en toda su vida jamás conoció.

Desde ese mismo momento
El hada y el mago quisieron estar
Solos los dos en el bosque
Amándose siempre y en todo lugar.

Y el mal que siempre existió, no soportó
Ver tanta felicidad entre dos seres
Y con su odio atacó, hasta que el hada cayó.

En ese sueño fatal de no sentir
En su castillo pasaba
Las noches el mago buscando el poder
Que devolviera a su hada.

Su amor, su mirada tan dulce de ayer
Y no paró desde entonces
Buscando la forma de recuperar
A la mujer que aquel día
En medio del bosque por fin pudo amar.

Y hoy sabe qué es el amor, y que tendrá
Fuerzas para soportar aquel conjuro
Sabe que un día verá su dulce hada llegar
Y para siempre con él se quedará.

Rata Blanca

.

.

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Detuvo sus pasos al final del pasillo. Había seguido a su hermana con la esperanza de alcanzarla y le explicara por fin el motivo de porqué estaba tan extraña desde hace un par de semanas atrás. El Sol del imperio le había solicitado exclusivamente que resolviera esa situación ya que Neji era la persona en que más confiaba La Emperatriz.

Siguió andando por el pasillo solitario lleno de puertas que llevaban a las distintas habitaciones que tenía el palacio. Neji creía que el actuar de su hermana menor se podría deber a la llegada de la Sacerdotisa, tal vez su consanguínea estaba un poco ansiosa por la revelación de su futuro. Hinata siempre había sido alguien recatada y dispuesta a su nación y sabía que en cualquier momento tendría la obligación de traer a un nuevo heredero al mundo. Neji no dudaba de las habilidades maternales de La Emperatriz; alguien como ella de energía pura sería la madre más hermosa que el humano haya visto jamás.

Paro en seco a la altura de la puerta que daba a una de las tantas habitaciones de invitados. Él no era alguien de esa índole indiscreta, pero era una total falta de respeto hacer semejantes actos indebidos en el palacio del Emperador. Antes de que pudiera echar un vistazo una voz suave le herizo los bellos de la nuca. Le pareció como si esa voz estuviera ahogando los gritos de placer que sentía y quería soltar. En lugar de avergonzarse por escuchar los gemidos ajenos de alguna muchachita vulgar Neji se llenó de determinación y enojo.

Dispuesto a darle fin a esa vulgaridad corrió la puerta con suavidad para no ser visto por la persona que estaba manchando el palacio Imperial. Una vez más sus movimientos se vieron interrumpidos por la misma voz que cada vez que abría más para entrar era más clara, y para su horror, una muy familiar.

El Mago y La EmperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora