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Presente
Hinata volvió a vomitar en el baño, sus manos tomadas de los costados fríos del inodoro y tratando de contener los sonidos del estómago. La luz de la luna caía sobre la enorme habitación de mármol; la única iluminación en ese lugar mientras ella vomitaba todo en silencio, hasta el final.Naruto no se había movido cuando ella se despertó bruscamente. Y mucho menos cuando no pudo diferenciar entre la oscuridad de la noche y el mar de sangre y cuerpos, cuando el sudor frío la cubrió le pareció ver la sangre derramada de Sasuke, espesa y saliendo a borbotones del cuerpo sin vida del Uchiha. Después de eso ella había salido corriendo hacia el baño.
Había estado inclinada sobre la taza unos quince minutos, esperando que las arcadas se detuvieran y que los temblores que quedaban se hicieran cada vez menos frecuentes hasta que se esfumaran. Hinata se agarró del material frío, jadeando, contando las respiraciones mientras se repetía una y otra vez que todo había sido solamente una pesadilla. Una de muchas, una de tantas que la perseguían en esos días.
Habían pasado tres meses desde que Sasuke fuera hacia los campos de batalla. Tres meses de forzar a su cuerpo vacío a no extrañarlo, de aparentar serenidad cuando su interior hervía en preocupación, angustia y añoranza.
Volvió a cerrar los ojos, concentrándose en la respiración, en inspirar por la nariz y soltar el aire por la boca. Una y otra vez. Cuando le pareció que ya no iba a vomitar, se levantó despacio y mareada. Dió un par de pasos hasta la pared más cercana, cerca de la ventana porque ahí veía el cielo de la noche; porque ahí era posible que la brisa le acariciará la cara sudorosa.
Confíaba en las capacidades de Sasuke y su destreza innata para conseguir la victoria. Él no se dejaría vencer, no lo haría. Él le prometió regresar, y él siempre cumple sus promesas.
Solo había tenido un mal sueño, de nuevo, pero era solamente eso; un sueño afiebrado en medio del desastre que dejaba la guerra y ella había presenciado como un soldado enemigo destrozaba a Sasuke. Hinata respiró por la nariz y abrió los ojos y miró sus manos, más delgadas y pálidas de lo normal. Últimamente había entrado en un estado de no dormir por las noches, comer relativamente poco y sentirse pesada todo el día. Todos pensaban que ella había atrapado una enfermedad demasiado molesta pero ella se rehusaba a ser evaluada por un sanador que la diagnosticará con alguna crisis de depresión, hasta que su esposo— preocupado y consolador— mando un comunicado al templo del Norte solicitando de urgencia la presencia de una Sacerdotisa.
Aquello solo empeoró la situación de Hinata.
Con una Sacerdotisa descubriendo todo lo que ocultaban sus ojos opacos, sería cuestión de tiempo de que el secreto que guardaba su alma junto con la de Sasuke se descubriera.
Antes de inclinarse sobre el lavamanos y enjuagarse la boca, después la cara. Hinata se imagino sentir los brazos poderosos de Sasuke rodeandole la cintura y acariciando su cabello. Lo extrañaba. Pasar el tiempo junto a él y tener sus breves pláticas mientras caminan por los pasillos, las miradas que intercambian cuando suelen encontrarse, su cuerpo y calidez que desprende. Necesitaba saber que estaba bien, y sobre todo lo necesitaba cerca de ella.
Cuando Hinata volvió a deslizarse hacia el dormitorio oscurecido, Naruto seguía durmiendo con su gran cuerpo desnudo tendido sobre el colchón. Una punzada de tristeza golpeó el corazón de la Emperatriz y durante un momento admiró los músculos poderosos de esa espalda destacados con tanto amor por la luz de la luna; el cabello rubio enredado por el sueño y por sus dedos cuando ella le había pasado por la cabeza mientras fingía hacer el amor.
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El Mago y La Emperatriz
FanfictionSasuke y Hinata serán juzgados por los ojos de la justicia cuando el secreto que tanto protegieron se reveló a la luz. El amor que se proclaman desde niños será lo suficiente fuerte para pelear contra todos aquellos que quieran separarlos. . . . ┗L...