Tardes Brumosas - Capítulo VIII: Tormenta solar

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Todo era un pandemonio en aquel momento, no sabía muy bien hacia donde correr, solo esperaba poder encontrar a alguien pronto, pero cuando oyó unos pasos corriendo muy cerca de donde se encontraba, lo primero que hizo fue esconderse por instinto detrás de una destrozada pared que aún estaba de pie.

Con sus manos tapó su boca para evitar que un llanto escapara de sus labios y aguantó la respiración mientras contaba los segundos con desesperación antes de salir. Pero cuando una conocida y raposa tos llego a sus oídos, no pudo evitar salir de su escondite, algo esperanzada.

—S-Shōko-sen... —ambas miradas se conectaron y la institutriz la tomó entre sus brazos antes de cubrir su boca nuevamente para evitar que emitiera sonido alguno.

—Shhh —llevando su índice hasta sus labios le indico que guardara silencio, en el momento justo en el que pasos apresurados y el sonido del metal chocando entre sí invadiera el lugar.

Su cabello ahora lucia suelto y despeinado, pero su rostro continuaba transmitiendo la misma paz y a Rui le alegró encontrarla en buen estado.

—Este sitio ya no es seguro, Rui —dijo en un susurro, sin hacer ruido, la niña fue levantada y colocada en un estrecho barril de madera en el que caía perfectamente, al principio no estaba muy convencida, pero ante la desesperación de su maestra terminó aceptando—. Necesito que te escondas, yo me haré cargo de todo.

—¿Estás seguro de que escuchaste algo por aquí? —voces desconocidas se escuchaban revisando el lugar y cada vez se iban acercando más hacia donde se encontraban.

Gritos y espadas siendo desenfundadas junto a los gritos que Shōko solía soltar en batalla fue lo único percibía encerrada en aquel pequeño sitio, algunos otros gritos y quejidos junto con el característico olor a hierro de la sangre hicieron que la desesperación y el miedo crecieran en la ojiazul y cuando todo se quedó en silencio Rui no fue capaz de mover un solo músculo.

Soltó un casi imperceptible quejido cuando sintió como el barril era levantado y no fue capaz de levantar la vista cuando la luz la golpeó debido a que la tapa del barril había sido abierta.

—Ya todo está bien... —pero solo fue capaz de reaccionar cuando la dulce y algo cansada voz de Shōko llegó a sus oídos en un intento de calmarla, aunque la institutriz se sorprendió al notar que a pesar de su terror, ni una sola lágrima caía sobre sus mejillas y sus ojos poco a poco recuperaban su brillo.

—Entonces volvamos con ma, estoy segura de que Eizen vendrá y estaremos a salvo... —soltó la pequeña en medio de su desesperación —. ¡Y Gyomaru me está esperando!

—Sé que estás asustada, pero aún tengo un deber como protectora de Asahima —Rui no lo comprendía, solo debían volver, los guardias se encargarían de proteger a todos y se desharían de los enemigos como siempre.

—¡O Dejame ir contigo, pero n-no me dejes sola...! —lloriqueó presa del pánico al notar como Shōko pretendía dejarla para ir al combate.

Shōko estaba desconcertada y su expresión solo denotaba dolor, pero no fue capaz de responder a la pequeña niña cuando sintió como alguien se acercaba con rapidez hacia donde se encontraban.

—Tú eres el futuro de Asahima, aún eres una niña, pero debes madurar y convertirte en una gran sacerdotisa —con poca delicadeza empujó a la niña dentro del barril antes de volver a cerrarlo y dejarlo a un lado para que pasara desapercibido.

—¡Shōko! ¡¿Qué crees que estás haciendo!? —sorpresivamente para Rui, fue un aliado quien llego a la escena y al reconocerlo dio un respingo dentro de su barril con solo escuchar su voz.

Sol de Mediodía ◆  Kakashi Hatake x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora