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01/01 Año 804. «siglo IX»

Annora

Ya se hacían cuatro años desde que huí de la prisión a la cual yo de alguna forma llamaba "hogar".

flashback

Pararon el barco cerca de un muelle o especie de muelle para comprar municiones que se iban a necesitar durante seis meses, agregando que siempre iban a recargar o cambiar armas, a mi como siempre se me era prohibido bajar del barco.

¡Malditos sean todos!

Fin de flashback

Me sentía agobiada, con tantos pensamientos que se me eran imposibles obviar. Era mi oportunidad de salir, de huir.

¿A dónde iría?

¡Cielos! No conocía a nadie, pero debía, tenía que hacerlo. Era ahora o nunca Annora. -repetía una y mil veces las últimas 4 palabras-

Aproveché el momento en el que todos se fueron, solo quedaba yo entre las oscuras y frías maderas del barco, puesto que era la única mujer; era la única que quedaba cuando todos se iban.

¿Por qué tenían que protegerme tanto?

¿Por qué padre era tan injusto conmigo?

Aveces desearía haber tenido a madre conmigo, pienso que la vida al menos no habría sido tan dura y miserable.

Corrí y corrí hasta que mis pies no respondían. Me visualicé parada en un bosque oscuro con grandes árboles frondosos. Las estrellas eran la protagonista de la noche mientras yo solo las admiraba pidiendo a los astros luz eterna, tenía tanto miedo, tanto que aveces mis piernas las sentía flaquear... Pero tenía que seguir, tenía que hacerlo por mí.

A lo lejos se podían oír el rugir de los lobos y si mirabas con atención entre la espesa oscuridad podías ver pisadas enormes, quizás de metro y medio

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A lo lejos se podían oír el rugir de los lobos y si mirabas con atención entre la espesa oscuridad podías ver pisadas enormes, quizás de metro y medio.

¿Que animal era tan grande? ¡Ninguno que algun libro me hubiese informado!

El miedo me invadía, y por un momento todo se volvió blanco.

__Por favor, por favor, no me hagas daño__ decía en un sollozo a la gran bestia que tenía frente de mí.

Nunca había oído de esté, nisiquiera leído en uno de los libros que me obligaba padre a leer.

Éste me miraba con ojos fríos de un tono cobre brillante podría asegurar que sobrepasaba los cuatro metros de altura. Me comería de una sola bocana.

Estaba en pánico, mis piernas no reaccionaban, solo lloraba sin cesar mientras que la bestia me miraba, como si analizará todos mis movimientos. Me observaba como si estuviera hallando respuesta sobre algo.

Siempre había sido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora