Sangre

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Como Fandral había supuesto, las fuerzas de Asgard no tardaron en actuar una vez los preparativos para la batalla fueron realizados en silencio. No fue hasta el día de la partida que el pueblo finalmente se enteró de la potencial amenaza a la que se tendrían que enfrentar sus guerreros.

Hubo despedidas fugaces y apuradas entre familias y amigos, el ejército se movilizaba a un ritmo veloz y constante, transportando en corceles armas y suministros de apoyo medicinal, así como también eran llevados sanadores entrenados en los carruajes de carga.

No tardarían en adentrarse a las tierras de Vanaheim para su intervención.

Su trio de amigos trataba de mantener el buen ánimo dentro de todo el ambiente pesado entre los guerreros, Lady Sif estaba murmurando acerca de lo preparada que se encontraba para la batalla después de tanto tiempo de tantas fiestas y nada de luchas; cuando con el golpe de la funda de su propia arma, lo golpeó en las costillas para despertar al rubio guerrero de su ensoñación.

-¿En las piernas de quién estás pensando? -Volstagg preguntó igualando el ritmo de su corcel al suyo. Muy pronto los otros dos guerreros también estuvieron a su par.

-No lo molestemos, ha estado perdido en sus pensamientos desde que fue a cazar al bosque encantado y no consiguió nada para alardear. -Sif se encogió de hombros-. ¿Será posible que Fandral "el apuesto" haya perdido su toque? -insinuó y el pequeño grupo llevó la mirada hacia una zona específica bajo la armadura dorada y verde del rubio, quién frunció el ceño y se enrojeció-. Hace bastante que no tengo que convencer a una Valquiria de no matarte, si has perdido el "toque"... Me pregunto si alguno de los maleficios de tus amantes ha caído en tus hombros, o debería decir en tu...

-¡Sif! -Llamó a la guerrera sonriente, con un extraño buen humor producto de la ausencia de los dos personajes que le amargaban la vida, así como el corazón.

-¿Qué?

Volstagg y Hogun rieron a carcajadas, uno más sutil que el siguiente.

-Sif está en lo correcto, no queremos que uno de nosotros sea conocido por "Fandral, el apuesto sin vigor". ¿Cómo nos dejaría a los demás?

-Para que sepan, mi "vigor" no se ha perdido. Aunque trate de explicarles, ustedes no comprenderán por lo que atraviesa actualmente mi corazón.

-¿Abstinencia? -Hogun atinó a concluir levantando una ceja, Sif y Volstagg no contuvieron las risas.

-No, hablo del amor. -El rubio protestó rodando los ojos, mientras iba sujetando las riendas de su caballo con fuerza.

-¿Has perdido la cabeza? -Sif lo golpeó con su calzado el lomo de su corcel, haciéndolo tambalear.- Nunca vas enserio con esto, deja de mentir y habla.

-He encontrado el amor, la belleza que me ha cautivado me lleva a perder la razón. ¿Cómo no volverme loco?

-¿De quién se trata esta vez? Haz conquistado innumerables corazones durante toda tu vida, luchar por uno y terminar suspirando no es propio de ti. -Hogun intervino hablando con seriedad. Para un guerrero era honorable luchar por su amor hasta el último latido del corazón, el buen cortejo representaba su honor, su valía y la muestra de pureza en su alma.

El amor sin duda alguna es un sentimiento tan complejo que muy difícilmente Fandral podía aceptar como bienvenido por su estilo de vida lleno de aventuras y peligrosamente activo.

El guapo y nada modesto rubio no era famoso por eso, claramente. Su reputación se basaba en la coquetería abierta y sin compromisos, pero él estaba haciendo el esfuerzo de cambiar.

Antes de ser flechado, su única responsabilidad afectiva era consigo mismo; una noche con un amante nuevo al cual abrazar era solo eso, una más y ya.

Podía tener seguidores que lo adoraban como a un ídolo, a damiselas y caballeros siguiendo sus pasos en eufóricas aclamaciones; pero siempre mantenía resguardado su pequeño corazón bajo una capa gruesa de hielo.

A Giant Heart For A Giant FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora