La historia de mi vida
Cada mañana siempre es lo mismo, abro mis ojos y veo como los rayos de sol entrar levemente por mi ventana, siempre me he acostumbrado a levantarme justo segundos antes que el sol aparezca, en verdad que odio eso, me siento sobre mi cama, estiro los brazos y sin darme cuenta me quedo estática sentada sobre mi cama con la mirada perdida, todos los días siempre hago lo mismo, recordando esas veces, cuando iba en primaria, como mi mama llegaba a mi cama y me daba un suave beso en la frente, lo que me despertaba.
-"Buenos días mi pequeña"
Siempre me decía lo mismo
-"Buenos días mami"
Y siempre le contestaba igual. Esos días eran los mejores, bajaba al comedor y veía a mi padre leer su periódico dándome igual los buenos días, y mi hermana como siempre ignorándome leyendo sus típicos libros de matemáticas avanzada, siempre estaba ya el desayuno puesto sobre la mesa, solamente me sentaba y empezaba a comer viendo como toda mi familia reía y jugaba con comentarios que hacia mi padre sobre su trabajo, la comida de mi madre siempre fue tan deliciosa que aun extraño su sabor.
Pero ahora ya todo es diferente, mi madre está de viaje y no volverá hasta el próximo año, todas las noches antes de dormir espero para el siguiente día volver a sentir los labios de mi mama en mi frente, levantándome, y volver a escuchar los buenos días que siempre me daba con alegría y ternura, esas mañanas que siempre me hacían muy feliz.
Me levanto de mi cama y bajo al comedor, nuevamente no logro ver a mi padre, su nuevo trabajo lo hace levantarse más temprano para luego irse, sin ni siquiera despedirse o desearme suerte en la escuela, solo se va dejándome sola en la casa por todo el día, sé que me ama y quiere lo mejor para mí, pero hay días en que me gustaría verlo en la mañana, voy a la cocina y empiezo a prepararme mi desayuno, estando sola tuve que aprender a cocinar yo misma mi comida, terminaba de cocinar y me sentaba en ese enorme comedor completamente sola, sin ver a nadie a mi lado solamente yo y esas sillas vacías al lado de la mesa que me hacían compañía.
Lo que daría porque alguien me acompañara a desayunar en las mañanas, hasta incluso quisiera que mi hermana estuviera aquí, con su gran inteligencia no le fue difícil irse a Harvard y a pesar de que no nos llevamos muy bien es mejor poder estar con ella, a estar sola. Termino de desayunar, lavo mis platos y preparo mis cosas para tener otro día más de escuela, no me podía quejar de ello, me encanta la escuela y me ayuda para poder tener un buen futuro algún día, pero cuál es el sentido de sacar tantos diez si nadie va a estar ahí para felicitarme, salgo de mi casa pero antes de llegar a la parada de autobuses para esperar el autobús escolar veo la casa de uno de mis más grandes enemigos… Clarence Buttowski, siempre miro fijamente su ventana, lo veo desayunar con toda su familia, su padre y su madre hablando, su hermana Brianna y su bobo hermano Brad peleando por la comida y Kick sentado como si nada comiendo su desayuno tranquilamente.
Mi mirada siempre se centra en él, jamás entendí porque lo considero mi enemigo, desde el día en que lo conocí siempre me pareció una persona buena y amable, siempre procura ayudar a sus amigos y como todo un caballero cumple toda promesa que él hace, no importa la situación en la que este siempre la cumple, he perdido la cuenta de las veces que he querido acercarme a su casa y preguntar si podía desayunar con él y su familia, pero mi orgullo siempre me lo impide, no me gusta que las personas me vean como una chica débil, por eso siempre soy agresiva, fría y dura con las personas, en especial con él, incluso a veces llego a pensar que la razón por la cual kick me considera su enemiga es por la forma en como lo trato, y la verdad odio ser así, porque al final solo logro que las personas se alejen de mí, hace dos días fue mi cumpleaños, invite a tantas personas pero ninguna se presentó, nadie me felicito, incluso tuve que armarme de valor para poder enviarle una invitación a Kick deje a un lado mi orgullo porque deseaba mucho verlo en ese día, pero no le tomo mucha importancia pues él tampoco se presentó en ese día que era especial para mí.