Miro hacia el acantilado escarpado que es mi accesorio de acrobacias favorito: Dead Man's Drop. Yo anduve en patineta hasta aquí, anduve en mi bicicleta hasta aquí. Diablos, incluso me monté en una tabla de planchar aquí una vez, aunque eso no terminó muy bien.
Esta noche planeo hacerlo en la oscuridad con nada más que una luz de minero atada a mi casco para poder ver. Los padres de Gunther lo habían arrastrado fuera de la ciudad durante el fin de semana para un evento familiar; Creo que es la boda de una tía o algo así, así que solo soy yo en esta.
Me subo a mi patineta y despego por el acantilado, evitando los muchos árboles, troncos y rocas. Me encanta esta sensación, la adrenalina bombeando a través de mi cuerpo, los giros rápidos para evitar varios obstáculos, conduciendo directamente hacia el peligro. Nada se siente mejor que olvidarse de todo y vivir el momento.
Pronto, me acerco al letrero que tengo que enganchar pero en la oscuridad y con la luz tan limitada, lo extraño.
"Oh, galletas".
Voy volando por el aire durante un minuto, chocando contra los tejados y en un momento casi cayendo por la chimenea de alguien como lo haría Santa Claus.
Entonces, un destello repentino de rubio aparece bajo una farola.
"Aw, galletas", murmuro de nuevo, dándome cuenta de que quienquiera que esté ahí abajo terminará rompiendo mi caída.
Aterrizo y yo y quienquiera que sea rodamos por el pavimento durante unos segundos antes de detenernos.
Con la cantidad de caídas que he tenido a causa de mis acrobacias, me he acostumbrado a sufrir una cantidad extraordinaria de dolor, así que salto rápidamente y me doy cuenta de sobre quién había caído: Kendall.
"¿Qué estás haciendo aquí, Kendall?" Le pregunto bruscamente.
"No es que sea de tu incumbencia, Clarence, pero estaba de camino a casa desde la biblioteca", responde con la misma dureza.
Ella está luchando por ponerse de pie un poco, así que le ofrezco mi mano para ayudarla a levantarse.
"¿Estás bien?" —pregunto, tomándola de la mano y tirando de ella para ponerla de pie. "No es que me importe ni nada."
Eso es una mentira.
Sé que sé. No debería preocuparme por Kendall, somos enemigos mortales. O al menos se supone que debemos serlo. A decir verdad, he estado enamorado de ella en secreto durante... bueno, ni siquiera puedo recordar cuánto tiempo.
Mi mano hormiguea un poco cuando tiro de ella, la de ella suave y delicada en la mía.
Ahora no es el momento. ¡Suelta su mano o pensará que algo pasa!
Sé que mi cerebro está bien, así que rápidamente solté su mano, inclinándome para recoger su mochila.
"En realidad no. Me duele el hombro, no gracias a ti", responde secamente, agarrando su mochila de mis brazos.
"Bueno, si hubieras estado mirando por dónde ibas..."
"¿Cómo es esto mi culpa? Estaba caminando por la calle y me chocaste de la nada", me interrumpe Kendall.
