Capitulo 2

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A la mañana siguiente desperté como nueva, eran las 06:30 de la mañana, tenía tiempo de sobra para hacerlo todo.

Me levanté de la cama un poco desorientada, como cada mañana.

Me puse el uniforme, una falda gris  que me llegaba un poco por arriba de las rodillas, un polo blanco con el escudo azul marino bordado en el pecho y unos calcetines largos azul marino que  llegaban hasta las rodillas. Mi gran mata de pelo rubio iba suelto.

Desayuné un vaso de leche bebido y salí pitando de casa para verle, como cada mañana.

El camino me llevo unos 10 minutos, pero al final llegue, el también estaba allí, llevaba su uniforme, era muy parecido al mío.

Vino corriendo hacia mi con una gran sonrisa en la cara, abrí los brazos para recibirlo con un abrazo. Su cuerpo impacto con el mío, era duro como una piedra pero cálido como el fuego.

Rodeo mi cintura con sus fuertes brazos y yo apoye los míos alrededor de sus hombros, me levanto del suelo con cuidado, mis pies flotaban en el aire, acerque mi cara a la suya hasta quedarme a unos pocos centímetros, le mire a los ojos fijamente y el corazón se me aceleró, mis ojos viajaban desde sus ojos a sus labios, levanté un dedo de mi mano y le acaricie suavemente los labios con la yema, estaban suaves y húmedos.
Se fue acercando cada vez más, sus ojos seguían fijos en los míos, pero poco a poco los iba cerrado, hasta el cierto punto de que los cerros por completo, sus labios rozaron los míos, fue un beso suave y delicado.

Sus labios seguían sobre los míos mientras me bajaba poco a poco y me dejaba en el suelo como si fuera de cristal, me incorporé y me aleje unos pocos centímetros de el, era tan tentador tenerlo tan cerca, que se me hacía casi imposible resistirme.

Me senté en el suelo y apoye la espalda sobre la pared y cruce las piernas unas sobre la otra, dejé mi mochila negra a mi izquierda y le indique que se sentara.

Estamos tan cerca que nuestras rodillas se presionaban.

— ¿Que tal has dormido? – Abrio su mochila y sacó un poco de comida, concretamente dos cruasanes de chocolate. El ya sabía que me encantaban, por eso cada mañana me daba un par para que me los llevará para el almuerzo y hoy no iba a ser diferente.

— Me encantaría decirte que bien, pero te mentiria – Cogí los cruasanes y los guardé en el bolsillo pequeño de mi mochila.

— ¿Has vuelto a tener esos sueños tan raros? – Me cogió de la mano y se la puso en la pierna, con la otra me tocó la barbilla y me levanto la cabeza  para que dejara de mirar al suelo y le mirara a la cara.

—Si sabes que últimamente e tenido sueños muy raros sobre el mar, pero esta vez era diferente, era como si el mar me llamará, algo o alguien susurraba mi nombre y me atraía hacia el, una voz femenina, casi ni se escuchaba, era como un susurro. – No se que significado tendrían esos sueños o si eran importantes. Lo único que quería era que me dejaran dormir tranquila.

— Tranquila, todo estara bien, lo solucionaremos, no se como ni cuándo, pero lo lograremos. – Sonaba tan seguro de sí mismo que casi le creo.

— Me encantaría creerte – Tenía la mirada perdida, vacía, no se reflejaba nada en mis ojos

— Todo esto tendrá una explicación, la encontraremos y este infierno que estás pasando se terminará, te lo prometo – Sonaba seguro de sí mismo, asi que decidí creerle.

— Gracias – Le sonreí y levanté el brazo para ver la hora, eran las 07:40, el tiempo se ma había pasado enseguida, cada segundo, cada minuto junto a él pasaban tan rápido — Ya es hora de irnos, se nos ha hecho tarde y como no nos vayamos ya no llegamos al cole – Apoye una mano en el suelo y me levanté, se me habían dormido las piernas de estar tanto tiempo sentada en la misma posición, la sangre no me circulaba. Me extendió la mano para ayudarle a levantarse.

Un secreto bajo el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora