Mil emociones recorrieron mi cuerpo y mente, quería matarlo.
-Estúpido, Idiota... Me la vas a pagar...- grité. Él se detuvo en seco, se giró hacía mi, yo estaba parada viéndolo con tanta furia... Comenzó a caminar hacía mi, tanto que podía sentir su respiración, el estaba calmado pero a la vez divertido, sonrío, acarició mi mejilla y dijo: -¡Lo siento!-. Se dio vuelta y se fue...
Yo estaba en shock, quería matarlo, pero bueno, solo una vez y esta me habían levantado la falda, el otro idiota que lo había hecho ni siquiera había dado la cara, el hacia salido corriendo y ya, pero él... Él me había pedido una disculpa, ¡él me había pedido una disculpa!... Nunca lo hubiera imaginado de él, él era... bueno yo creía que era un idiota... Todo era tan confuso, había estado pensando esto en segundos, cuándo salí del shock, me dirigí al salón, no dije nada, ni siquiera me despedí y me fui....Camine a casa pensando en lo sucedido, todavía no salía del shock, yo había creído que si, pero bueno, ¿qué me estaba pasando? desde que lo había conocido él me había cambiado, ya no era la Susan confiada, la que no temía a nada, a la que nadie podía sonrojar, y enseguida sentí mi cara ardiendo, ¿Qué? Me sonrojé tan sólo de pensarlo... Dios, está no soy yo, pensé.
Cuando llegué a casa, mi papá estaba ahí, el hace un mes había perdido su empleo, así que todo el día estaba en la casa, lo salude y comenzamos a charlar un buen rato, hasta que llegó mi mamá, ella era maestra de preescolar y trabaja muy lejos, pero aún así, hacía un gran esfuerzo en llegar diario a la casa, muchas maestras optaban por quedarse en la comunidad y visitar a su familia sólo los fines de semana, ella era sorprendente, yo sabía lo difícil que era su trabajo, viajar tan lejos, luego regresar a casa, era agotador, había tenido esas experiencias cuando ella y yo vivíamos en Ezequiel y Cadereyta, no es que mis papás se hubieran separado, pero a mi mamá la habían mandado a trabajar hasta allá y no podía recorrer 4 horas para llegar a casa, así que bueno... Tuvimos que irnos a vivir 4 años allá, vivíamos con mi abuela, pero aun así era muy triste no estar con mi papá yo tenia más conexión con él que con mi mamá.
Esa tarde no quise salir, no quería ver a Meme, me quede en casa pensando en él... Por que? lo odiaba y a la vez me gustaba.... Dios... por primera vez lo acepte...
No había aceptado que el me gustaba, no se por que lo pensé, intente borrar ese pensamiento de mi mente, pero no podía, solo imaginaba su hermosa y torcida sonrisa y fue cuando me di cuenta de que amaba esa sonrisa, él me gustaba... Me imaginaba con mejores gustos... Solté una carcajada que creo se escuchó en toda la cuadra. Después de mi gran descubrimiento, me puse a hacer tarea.
Cuando termine de hacer mis deberes, ví el reloj y eran las nueve más o menos, recordé que tenía que comprar comida para mi perro así que tome dinero de abajo de la tele y salí corriendo, gritándole a mi papá: -¡VOY POR COMIDA PARA EL PERRO!-. -¡NO ME IMPORTA!-. dijo, él y yo parecíamos hermanos, uno tan fastidioso y el que nunca quise tener.
Salí y me dirigí a la tienda, lo malo es que tenía que pasar por todo el parque para llegar a un punto en el que tenía que cruzar la carretera, si tenía que cruzar una carretera federal, pero como donde vivo no es una gran ciudad, pues no hay autopistas y es fácil transladarse a cualquier lado a pie. Cuando iba para la tienda, pasando por el parque, sentí una mirada penetrante, no, no era una eran varias, cuando giré la cabeza pases ver de quien se trataba, era de esperarse que Meme y todos sus amigos tenían su mirada fija en mi, solo en mi, observando mi caminar, sintiéndome tragada por esos idiotas. Seguí mi curso sin hacer ni un sólo gesto, actuando natural para no verme presionada por tantas miradas, pero era casi imposible, eran mas de veinte adolescentes violandome con la mirada, seguí no me importo nada en absoluto, bueno o eso pareció ante ellos, pero en mi me quemaba las miradas.
Cuándo regresaba a mi casa Meme separo del asiento en donde estaba (cuando esta sentado da la espalda a todos aquellos que pasan por afuera del parque, junto a todos sus amigos, son unas bancas improvisadas) se dirigió a mi y dijo: -Hola ¡Susan!-. Yo lo voltee a ver le sonreí y seguí mi camino. Sus amigos se empezaron a reír, haciéndole burla, no supe bien de que, pero solo se que fue por mi respuesta.
